jueves, 29 de noviembre de 2012

El término técnico para “afectados por el cambio climático” es “la gente”

Eso dice el periodista Michael Grunwald en un artículo publicado en el número de 19 de Noviembre de la revista Time, titulado Sandy Ends the Silence. En efecto, ya no se trata de que en Bangla Desh vayan a padecer monzones especialmente severos, o que los habitantes de remotos atolones del Pacífico vayan a  perder sus hogares por la elevación del nivel del mar, o que los esquimales vayan a tener que abandonar su modo de vida tradicional por el deshielo del Ártico. Ahora, además y por desgracia, los urbanitas de Nueva York han sufrido los efectos catastróficos del huracán Sandy y los agricultores del Midwest estadounidense han perdido prácticamente toda la cosecha de maíz en una de las peores sequías que se recuerdan (aunque en el Midwest no es previsible, de momento, que nadie muera de hambre por las sequías como sí pasa en el Sahel).

Pero, un momento... Huracanes y sequías ha habido desde siempre ¿no?. ¿Por qué entonces tenemos que sacar a colación el cambio climático?. El argumento de Grunwald es sencillo. Para hacerlo mío, lo cuento con un ejemplo distinto. Yo he tenido caries toda la vida, pero si dejo de lavarme los dientes con regularidad seguramente tendré más. Si dejo de lavarme los dientes y se me pican cuatro muelas, alguien (un dentista, por ejemplo) me podrá decir: eso es por no lavarte los dientes. Y yo podría replicar: pero ¡qué va!, si yo he tenido caries desde siempre...

Hoy por hoy la acumulación de evidencias es ya tal que negar el cambio climático es casi como negar la evolución. De lo cual se colige que siempre habrá gente que niegue el cambio climático. Hace unos días ha aparecido un ejemplo significativo: en una entrevista al hilo de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático que se está celebrando en Qatar, Daniel Cano, presidente del la AEMET, Agencia Estatal de Meteorología, declara:"Mi opinión es que no sabemos lo suficiente para asegurar las cosas que se están asegurando. El concepto del cambio climático es muy amplio, muy ambiguo científicamente hablando. Evidentemente, siempre se está en un cambio climático porque el clima es una cosa cambiante".


Entre tanto ni más ni menos que el Banco Mundial ha publicado un informe demoledor sobre el asunto, con el significativo título Turn Down the Heat: Why a 4ºC Warmer World Must Be Avoided. El capítulo 2 del informe se dedica, precisamente, a las cosas que sabemos y se introduce así: “Existe un creciente y bien documentado conjunto de evidencias relacionadas con los cambios observados en el clima y los impactos que pueden ser atribuidos al cambio climático inducido por el hombre” (mi traducción). No me resisto a comentar algunas de las evidencias aportadas:
  • La concentración de CO2 no ha parado de subir desde que hay registros. El gráfico 1 habla por sí mismo. De paso, el informe nos cuenta también que, según evidencias geológicas y paleo-climáticas, las concentraciones actuales de CO2 son las más altas de los últimos 15 millones de años. Así se lo pone muy fácil a los negacionistas que además sean creacionistas: como según el relato bíblico la Tierra y todo lo demás fue creado hace sólo unos pocos miles de años, esta afirmación carece de sentido.  
Gráfico 1: evolución de la concentración de CO2 atmosférico en el observatorio de Mauna Loa. La línea negra representa los promedios anuales.
  • La temperatura media de la superficie terrestre aumenta. "La mayor parte del calentamiento global observado desde mediados del siglo XX es debido con toda probabilidad al incremento observado en las concentraciones de gases de efecto invernadero de origen antrópico" (mi traducción). Actualmente el incremento de la temperatura media global es de alrededor de 0,8 ºC sobre los niveles preindustriales. En esto coinciden plenamente los datos elaborados por agencias y organismos diversos: NASA y NOAA de Estados Unidos, Climate Research Unit británica, etc. Dicho sea de paso, hablamos de una liga distinta a la que juega la agencia presidida por Daniel Cano.

Gráfico 2. Evolución de la anomalía de temperatura global (base 1980) según CRU. Fuente: http://www.cru.uea.ac.uk/es

  • El nivel de los océanos se ha elevado unos 20 cm desde mediados del siglo XIX. Actualmente lo hace a una tasa de unos 3,2 mm/año.
  • Los océanos se están acidificando como consecuencia directa del incremento de concentración de CO2 disuelto, procedente del intercambio con la atmósfera.

Gráfico 3. Concentración media de CO2 en la atmósfera y concentración media de CO2 y pH en el agua de mar.


  • El hielo ártico está desapareciendo a un ritmo inusitado. Sobre esto escribí una entrada en este blog hace un par de meses. Aquí me limitaré a reproducir otro gráfico.
Grafico 4. Extensión de la superficie de hielo oceánico ártico en 2007-12 y comparación con el promedio 1979-2000.
  • La frecuencia y severidad de las olas de calor estivales en el hemisferio norte está aumentando de forma muy notable. Sirva como ejemplo el siguiente dato: los 5 veranos más calurosos en Europa desde el año 1500 han sido los siguientes: 2010, 2003, 2002, 2006 y 2007, en orden decreciente.
  • etc.
Todas estas son cosas que sabemos de forma fehaciente. Y son más que suficientes para asegurar unas cuantas cosas, a saber: el clima está cambiando, el cambio es hacia un calentamiento global y un incremento de los fenómenos extremos, la tasa de cambio es más rápida de lo que cabría esperar en una dinámica natural, la causa de ese cambio es con toda probabilidad la actividad humana y, en particular, la emisión de gases de efecto invernadero. Y lo que sabemos sobre cómo funcionan nuestras sociedades y cómo dependemos del clima es suficiente también para afirmar que el cambio climático, en conjunto, no nos va a sentar nada bien. A partir de ahí, que cada uno ponga toda la ambigüedad "científicamente hablando" que le apetezca.

Fuentes:

La cita original de Michael Grunwald es: “[...] the technical term for people affected by climate change is people” (cursiva en el original)

La entrevista a Daniel Cano, de Europa Press, está publicada aquí:
http://www.europapress.es/epsocial/politica-social/noticia-daniel-cano-presidente-aemet-no-sabemos-suficiente-saber-va-pasar-cambio-climatico-20121125123315.html

El informe del Banco Mundial se puede encontrar aquí:
http://climatechange.worldbank.org/sites/default/files/Turn_Down_the_heat_Why_a_4_degree_centrigrade_warmer_world_must_be_avoided.pdf
Todos los gráficos que se muestran en el artículo se han extradio de dicho informe, salvo que se indique otra fuente.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Crecer en tiempos revueltos

Recientemente he leído la transcripción de una conferencia pronunciada por Jesús Fernández-Villaverde para el Club Empresarial ICADE en Madrid el pasado 21 de septiembre, titulada La salida de la crisis: cómo y cuándo.

La conferencia, de lectura muy interesante, pasa revista una serie de carencias estructurales e institucionales de la sociedad española, desde el exceso de endeudamiento público y privado hasta el creciente envejecimiento de la población, pasando por las deficiencias de la educación o del mercado laboral. La motivación de este repaso se explica al comienzo de la conferencia: España creció muy deprisa durante la segunda mitad del siglo XX, acercándose a las economías más avanzadas, pero a finales de los años 1990 nuestro modelo de crecimiento se había agotado. Y parece que no nos dimos cuenta, porque a partir de entonces nos dedicamos a construir urbanizaciones como posesos en lugar de aprovechar la bonanza económica para "establecer las bases del crecimiento económico para las próximas décadas".

No sé muy bien cómo puede hacer una sociedad para establecer las bases del crecimiento económico para las siguientes décadas. Pero si nos ponemos a una tarea tan difícil, ¿por qué crecimiento?¿No suena mejor establecer las bases del bienestar económico para las siguientes décadas?¿Es que es el crecimiento más importante que el bienestar? Después de haber alcanzado los niveles de actividad económica de los primeros años 2000, ¿tanto necesitamos seguir creciendo? Me temo que la respuesta es sí, al menos en nuestro modelo de sociedad. Porque en nuestras sociedades el bienestar y el crecimiento económico están ligados indisolublemente. Sólo generando cada año más bienes y servicios per capita que el año anterior podemos evitar entrar en crisis (ver, por ejemplo, el artículo The show must grow on  en este mismo blog). Y sólo si evitamos entrar en crisis, podemos mantener el nivel de bienestar general de la sociedad. En definitiva: nuestras sociedades son rehenes del crecimiento económico.

El pensamiento económico predominante parece haber interiorizado completamente la identificación entre crecimiento económico y bienestar hasta el punto de que este, el que de verdad debería importarnos, simplemente se omite en favor de aquel, el que se considera su fuente única. También parece bien instalado en el pensamiento económico predominante lo que podríamos llamar “paradigma del crecimiento”: el crecimiento económico continuado es la situación natural de cualquier economía saludable. Las fases de decrecimiento o de crecimiento débil se perciben como perturbaciones que deben ser corregidas o absorbidas para recuperar la normalidad de la senda del crecimiento. Si un modelo de crecimiento se agota, hay que buscar otro que lo sustituya. Y que nos sirva para crecer no un año ni dos sino durante las siguientes décadas. Aquí no me resisto a echar una cuenta sencilla: un crecimiento del 3% anual sostenido durante 3 décadas supone multiplicar el tamaño de la economía por un factor de 2,4.

Con todo, algunos economistas se atreven a cuestionar el paradigma del crecimiento. Uno de ellos es Robert J. Gordon, autor de un “working paper” del National Bureau of Economic Research de Estados Unidos publicado el pasado mes de agosto con el título Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds. El artículo, centrado en la economía estadounidense pero más o menos trasladable a todas las economías desarrolladas, plantea tres ideas que yo resumo así:
  • El crecimiento económico, lejos de ser natural o normal, podría ser una excepción histórica de los últimos dos siglos y medio, y tarde o temprano podríamos volver a la normalidad del no crecimiento.
  • Como tantas otras cosas, el crecimiento económico está sometido a la ley de los rendimientos decrecientes. Es decir, a partir de cierto nivel de desarrollo económico, crecer más es cada vez más difícil.
  • Además de la ley de los rendimientos decrecientes, las economías avanzadas se enfrentan actualmente a obstáculos adicionales al crecimiento: envejecimiento de la población, estancamiento de la educación, incremento de la desigualdad, globalización, limitaciones medioambientales y en el uso de la energía y alto nivel de endeudamiento.
Los rendimientos decrecientes que ve Gordon se refieren al impacto de la innovación. Aunque el ingenio humano no se agota y aparecen novedades tecnológicas continuamente, el efecto de estas en la productividad y en el incremento del nivel de vida es, a partir de cierto punto, cada vez menor. El impacto de las grandes innovaciones del siglo pasado (el agua corriente, la electricidad, el automóvil, la aviación comercial, la petroleoquímica, las telecomunicaciones, la automatización de procesos industriales, etc.) fue enorme a medida que estas se fueron generalizando. Concluido este proceso, el listón queda muy alto para las nuevas tecnologías. El smartphone, la wii, Facebook o, dejando a un lado la caricatura, la informática, el comercio “on line” o la banca electrónica no han alcanzado a tener un impacto tan alto, según el análisis de Gordon. Para ilustrarlo reproduzco uno de los gráficos de su artículo.

Evolución de la productividad del trabajo en Estados Unidos desde 1948. La línea verde es la tendencia hasta 1972, que correspondería al ritmo de crecimiento asociado a las innovaciones de la “segunda revolución industrial” (electricidad, automóvil, etc). Después de 1972 el ritmo de incremento de productividad languidece con un breve episodio de reactivación entre 1996 y 2004, que Gordon atribuye a las innovaciones de la “tercera revolución industrial” (internet, comercio electrónico, etc.). Su efecto es comparativamente mucho menor y menos duradero. Fuente: Gordon.

En este punto pienso que esta ley de los rendimientos decrecientes para el crecimiento económico podría explicar por qué países como China, a la que presumo carencias estructurales e institucionales más graves que las que Fernández-Villaverde identifica en España, está creciendo y crecerá aún durante muchos años a un ritmo mucho mayor que el de las economías avanzadas. China parte de más abajo: su economía todavía está sintiendo el impacto de las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial.

Tal vez economistas como Gordon estén en lo cierto y no debemos esperar mucho más crecimiento en las economías más avanzadas. Si es así, no es sólo el modelo de crecimiento de España el que se ha agotado. Si es así, el modelo que se ha agotado es el de bienestar dependiente del crecimiento económico, tanto para España como para el resto de países superdesarrollados del primer mundo. Y si es difícil que una sociedad se siente a establecer las bases del crecimiento para las siguientes décadas, cuánto más difícil será que nos sentemos a establecer las bases del bienestar con crecimiento limitado o nulo.

Fuentes:
La transcripción de la conferencia de Jesús Fernández-Villaverde La salida de la crisis, cómo y cuándo puede encontrarse aquí:
El artículo de Robert J. Gordon Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds puede encontrarse aquí (precio 5 dólares):
o aquí (gratis):