sábado, 16 de marzo de 2013

Nuestro cambio climático

En este artículo, y sin que sirva de precedente, me haré eco de una campaña de recogida de firmas por internet. No tengo nada claro hasta qué punto estas campañas contribuyen a lograr a los fines que promueven aunque últimamente plataformas como avaaz.org o change.org tienen cada vez más presencia y se atribuyen éxitos de lo más variopintos, desde detener la aprobación de una ley que propiciaría mayor deforestación en Amazonia hasta lograr una versión de twitter en gallego.

La campaña que voy a publicitar se llama Tu cambio climático y la promueve el profesor Ranga Myneni, de la Universidad de Boston (con el que no tengo nada que ver, por otra parte). Pretende reunir 1.000 millones de firmas, ¡1.000 millones!, para pedir al Secretario General de las Naciones Unidas que "obre juiciosa y rápidamente para proteger a la tierra del cambio climático provocado por el ser humano". Se puede encontrar aquí:

https://yourclimatechange.org/?lang=es

La campaña se abrió el 1 de marzo y se cerrará el 22 de abril de 2014, día de la Tierra. Cuando escribo estas líneas lleva poco más de 6.000 firmas, así que alcanzar el número de 1.000 millones parece un objetivo tremendamente ambicioso. Sin embargo, en lo que concierne al cambio climático se me hace que ya no nos podemos andar con chiquitas. Lo verdaderamente ambicioso es el objetivo último de la campaña: proteger la Tierra y, sobre todo, a nosotros que vivimos en ella de los efectos potencialmente devastadores del cambio climático que nosotros mismos estamos provocando. Y es que el cambio climático es de todos: todos contribuimos a provocarlo, todos vamos a sufrir sus perjuicios y sólo entre todos podemos abordar las soluciones. Ranga Myneni lo explica así:

"En la actualidad existen pruebas suficientes para afirmar que nuestra forma de vida está causando cambios artificiales en el clima. Somos colectivamente responsables de este daño y necesitamos solucionar el problema juntos. Se trata por lo tanto de TU CAMBIO CLIMÁTICO. Los científicos investigan desde hace 25 años los peligros del cambio climático e informan de ello a los gobernantes. Sin embargo no se han llevado a cabo medidas realmente eficaces para resolver este problema global que afecta a toda la vida sobre la Tierra."

Es innegable que hay enormes desequilibrios en el reparto tanto de las causas del cambio climático como de sus efectos potenciales. En general, los que vivimos en las sociedades con alto nivel de vida contribuimos desproporcionadamente más a las causas y también disponemos de más capacidad para protegernos de sus efectos perniciosos. Pero esto no niega en absoluto el carácter global del problema e incluso refuerza la necesidad de aunar las voluntades de todos para enfrentarlo.

Así que la machada de conseguir 1.000 millones de firmas, una por cada 7 habitantes del planeta, está en línea con la magnitud del problema. Supongamos que la campaña es un éxito. ¿Para qué podría servir? Bueno, quiero creer que reforzaría la posición de quienes, en los órganos de decisión política, están más dispuestos a tomarse en serio el problema y actuar. Pero sobre todo quiero creer que representaría una toma de conciencia global, una señal de que estamos dispuestos a enfrentar el desafío. Porque para enfrentar el desafío vamos a tener que asumir cambios que también nos van a afectar a todos, y naturalmente más a los que más estamos contribuyendo al problema.

¡Anímate y sé uno de los 1000.000.000 que vamos a firmar!
https://yourclimatechange.org/?lang=es




domingo, 10 de marzo de 2013

Crisis y productividad

Hace unos días, Diego Comin publicó en el blog Nada es Gratis un artículo titulado Una de Ciencia Ficción en el que propone algunas fórmulas más o menos imaginativas que podrían ayudar a España a salir del atolladero económico en el que se encuentra. Pero el autor comienza el artículo caracterizando el problema según su punto de vista. Y según este punto de vista, "La economía española tiene muchos problemas [...]. Pero hay uno del que se habla poco y a mi modo de ver es quizás el más importante por las consecuencias a corto y largo plazo: el bajo ritmo de crecimiento de la productividad". No es la primera vez que el autor señala la baja productividad (es decir, una  relación baja entre producción y horas trabajadas) como uno de nuestros principales lastres económicos. En mayo del año pasado dedicó un artículo entero a este tema en el mismo blog, con el título La productividad es muy importante pero la gente no la encuentra sexy. Las dos citas siguientes son del mencionado artículo:

"[Sobre la economía española] lo que me preocupa de verdad y nadie menciona es la productividad"

"En el contexto español, de todas las losas que están ahogando la economía española, la baja productividad es la más pesada".

Salvando las enormes distancias (el Sr. Comin, entre otros méritos, es profesor en la Harvard  Business School y yo no soy más que un curioso que picotea de aquí y de allá), creo que entre Diego Comin y yo hay un par de puntos en común. El primero es que ambos creemos que aunque se habla mucho de los problemas de la economía española, apenas se habla del que nos parece más importante. Si bien es cierto que a él le parece que este es uno, la baja productividad, y a mí me parece que es otro, la carestía energética. Con todo, es a partir de esta aparente discrepancia donde yo veo que nuestros puntos de vista se vuelven a encontrar.

Intentaré explicarme. Supongamos que, efectivamente, el problema mayor de nuestra economía es la baja productividad, o el bajo ritmo de crecimiento de la productividad. Esto quiere decir que en el caso de que nuestra productividad hubiera crecido a buen ritmo, la economía española estaría en una situación mucho mejor que la de ahora. Desde mi punto de vista, una situación mucho mejor que la de ahora sólo tiene sentido si supone una tasa de paro muy por debajo de los niveles terroríficos actuales. Así que esa situación mucho mejor que la de ahora implica dos cosas: muchas más personas trabajando y cada una de ellas produciendo más. La combinación de ambos factores implica directamente una producción total (un PIB) mucho mayor que la actual.

El problema surge de que para mantener un PIB mucho más alto es necesario utilizar mucha más energía, o, alternativamente, reducir drásticamente la intensidad energética del PIB (la cantidad de energía necesaria por unidad de producción). Esta segunda opción implicaría cambios muy profundos en nuestro sistema productivo y en nuestros patrones de consumo, cambios que van bastante más allá del desarrollo de la cocina molecular, de la penetración de la moda española en el mercado chino o del resto de propuestas del artículo del Sr. Comin. La primera opción, utilizar más energía, es la más evidente y directa pero choca con un impedimento difícil de salvar: hoy por hoy hay muy poco margen para incrementar el suministro global de energía, lo que se traduce en unos precios muy elevados para este recurso.

Trataré de ilustrar esto con unos números sencillos. Según el artículo del Sr. Comin, en los años de expansión (2000 - 2007) la productividad de la economía española creció a un ritmo de 0,85% anual a diferencia de la de Estados Unidos de América, que creció a un ritmo del 1,9% (algo más de 1 punto porcentual por encima de la de España). Imaginemos un escenario en el que la economía española no tiene problemas con la productividad y tomemos como referencia ese 1,9% de Estados Unidos. Entonces, a comienzo de 2008 la productividad de la economía española sería más o menos un 7,6% mayor en el escenario imaginario que en la realidad. Para los 5 años de crisis que llevamos, 2008-2012, el Sr. Comin no nos da referencias tan claras pero me parece plausible suponer que la diferencia sigue aumentando a cierto ritmo: digamos que a comienzo de 2013 la productividad en el escenario imaginario sea un 10% mayor que la productividad real. 

Seguimos: en el escenario imaginario la economía española estaría libre de su problema más importante, así que es de suponer que la crisis estaría haciendo muchos menos estragos. En concreto, es de suponer que la tasa de desempleo sería mucho más baja que la real, que está por encima del 25%. ¿Qué tal un 15%?. Ojo, no pretendo que la crisis no pase factura en el escenario imaginario: el 15% es el doble de la tasa de paro al inicio de la crisis. Pero el efecto de quitarse de encima la losa más pesada se tiene que notar, así que ¡qué menos que un 15% de paro en lugar del pavoroso 25% actual! Pues bien, con esta tasa de paro, en el escenario imaginario hay un 13,3% más de personas trabajando que en la realidad. Juntando todo tenemos un 13,3% más de personas trabajando con una productividad un 10% mayor. A no ser que trabajen menos horas, lo que tenemos es un 25% más de producción total. Y a no ser que la intensidad energética del PIB haya cambiado mucho, esto se traduce en un 25% más de consumo de energía. ¿De donde sacamos este 25% de energía adicional?.

En definitiva: si la productividad es un problema tan importante para la economía española, entonces  la energía es un problema tanto o más serio. El gráfico siguiente muestra la producción y el consumo de energía primaria en España en 2011. Como se ve, nuestra economía es claramente deficitaria en energía (en 2011 importamos un 76% de la energía primaria que consumimos). Y a poco que se le dé vueltas, se ve que conseguir cualquier incremento significativo de nuestro consumo de energía (y un 25% es un incremento muy significativo) pasa por importar más petróleo y gas natural, que están a precios prohibitivos, o por hacer cambios muy profundos y costosos en nuestro sistema energético o en nuestros patrones de consumo.


Producción y consumo de energía primaria en España, año 2011 (Fuente: BP 2012) 

El defecto, o la virtud, del análisis de Diego Comin es que prescinde de posibles limitaciones en la disponibilidad de energía primaria. Lo podemos adscribir, por tanto, a la corriente del terraplanismo económico, que tiende a ver la economía como un sistema autónomo, libre de cualquier condición de contorno que el medio físico pueda imponerle. La virtud de los análisis terraplanistas reside en que suponen que la senda del crecimiento que nos permitirá seguir siendo más numerosos y más ricos indefinidamente existe e intentan localizarla. El defecto radica en que a lo peor las cosas no son así, y en tal caso, no sólo no nos van a ayudar a salir de esta crisis, sino que probablemente contribuyan a empeorar las cosas.

Fuentes:
Artículos citados de Diego Comin en Nada es Gratis:
Una de Ciencia Ficción
La productividad es muy importante pero la gente no la encuentra sexy

BP 2012: BP Statistical Review of World energy 2012, en:

http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481