domingo, 18 de noviembre de 2012

Crecer en tiempos revueltos

Recientemente he leído la transcripción de una conferencia pronunciada por Jesús Fernández-Villaverde para el Club Empresarial ICADE en Madrid el pasado 21 de septiembre, titulada La salida de la crisis: cómo y cuándo.

La conferencia, de lectura muy interesante, pasa revista una serie de carencias estructurales e institucionales de la sociedad española, desde el exceso de endeudamiento público y privado hasta el creciente envejecimiento de la población, pasando por las deficiencias de la educación o del mercado laboral. La motivación de este repaso se explica al comienzo de la conferencia: España creció muy deprisa durante la segunda mitad del siglo XX, acercándose a las economías más avanzadas, pero a finales de los años 1990 nuestro modelo de crecimiento se había agotado. Y parece que no nos dimos cuenta, porque a partir de entonces nos dedicamos a construir urbanizaciones como posesos en lugar de aprovechar la bonanza económica para "establecer las bases del crecimiento económico para las próximas décadas".

No sé muy bien cómo puede hacer una sociedad para establecer las bases del crecimiento económico para las siguientes décadas. Pero si nos ponemos a una tarea tan difícil, ¿por qué crecimiento?¿No suena mejor establecer las bases del bienestar económico para las siguientes décadas?¿Es que es el crecimiento más importante que el bienestar? Después de haber alcanzado los niveles de actividad económica de los primeros años 2000, ¿tanto necesitamos seguir creciendo? Me temo que la respuesta es sí, al menos en nuestro modelo de sociedad. Porque en nuestras sociedades el bienestar y el crecimiento económico están ligados indisolublemente. Sólo generando cada año más bienes y servicios per capita que el año anterior podemos evitar entrar en crisis (ver, por ejemplo, el artículo The show must grow on  en este mismo blog). Y sólo si evitamos entrar en crisis, podemos mantener el nivel de bienestar general de la sociedad. En definitiva: nuestras sociedades son rehenes del crecimiento económico.

El pensamiento económico predominante parece haber interiorizado completamente la identificación entre crecimiento económico y bienestar hasta el punto de que este, el que de verdad debería importarnos, simplemente se omite en favor de aquel, el que se considera su fuente única. También parece bien instalado en el pensamiento económico predominante lo que podríamos llamar “paradigma del crecimiento”: el crecimiento económico continuado es la situación natural de cualquier economía saludable. Las fases de decrecimiento o de crecimiento débil se perciben como perturbaciones que deben ser corregidas o absorbidas para recuperar la normalidad de la senda del crecimiento. Si un modelo de crecimiento se agota, hay que buscar otro que lo sustituya. Y que nos sirva para crecer no un año ni dos sino durante las siguientes décadas. Aquí no me resisto a echar una cuenta sencilla: un crecimiento del 3% anual sostenido durante 3 décadas supone multiplicar el tamaño de la economía por un factor de 2,4.

Con todo, algunos economistas se atreven a cuestionar el paradigma del crecimiento. Uno de ellos es Robert J. Gordon, autor de un “working paper” del National Bureau of Economic Research de Estados Unidos publicado el pasado mes de agosto con el título Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds. El artículo, centrado en la economía estadounidense pero más o menos trasladable a todas las economías desarrolladas, plantea tres ideas que yo resumo así:
  • El crecimiento económico, lejos de ser natural o normal, podría ser una excepción histórica de los últimos dos siglos y medio, y tarde o temprano podríamos volver a la normalidad del no crecimiento.
  • Como tantas otras cosas, el crecimiento económico está sometido a la ley de los rendimientos decrecientes. Es decir, a partir de cierto nivel de desarrollo económico, crecer más es cada vez más difícil.
  • Además de la ley de los rendimientos decrecientes, las economías avanzadas se enfrentan actualmente a obstáculos adicionales al crecimiento: envejecimiento de la población, estancamiento de la educación, incremento de la desigualdad, globalización, limitaciones medioambientales y en el uso de la energía y alto nivel de endeudamiento.
Los rendimientos decrecientes que ve Gordon se refieren al impacto de la innovación. Aunque el ingenio humano no se agota y aparecen novedades tecnológicas continuamente, el efecto de estas en la productividad y en el incremento del nivel de vida es, a partir de cierto punto, cada vez menor. El impacto de las grandes innovaciones del siglo pasado (el agua corriente, la electricidad, el automóvil, la aviación comercial, la petroleoquímica, las telecomunicaciones, la automatización de procesos industriales, etc.) fue enorme a medida que estas se fueron generalizando. Concluido este proceso, el listón queda muy alto para las nuevas tecnologías. El smartphone, la wii, Facebook o, dejando a un lado la caricatura, la informática, el comercio “on line” o la banca electrónica no han alcanzado a tener un impacto tan alto, según el análisis de Gordon. Para ilustrarlo reproduzco uno de los gráficos de su artículo.

Evolución de la productividad del trabajo en Estados Unidos desde 1948. La línea verde es la tendencia hasta 1972, que correspondería al ritmo de crecimiento asociado a las innovaciones de la “segunda revolución industrial” (electricidad, automóvil, etc). Después de 1972 el ritmo de incremento de productividad languidece con un breve episodio de reactivación entre 1996 y 2004, que Gordon atribuye a las innovaciones de la “tercera revolución industrial” (internet, comercio electrónico, etc.). Su efecto es comparativamente mucho menor y menos duradero. Fuente: Gordon.

En este punto pienso que esta ley de los rendimientos decrecientes para el crecimiento económico podría explicar por qué países como China, a la que presumo carencias estructurales e institucionales más graves que las que Fernández-Villaverde identifica en España, está creciendo y crecerá aún durante muchos años a un ritmo mucho mayor que el de las economías avanzadas. China parte de más abajo: su economía todavía está sintiendo el impacto de las innovaciones tecnológicas de la revolución industrial.

Tal vez economistas como Gordon estén en lo cierto y no debemos esperar mucho más crecimiento en las economías más avanzadas. Si es así, no es sólo el modelo de crecimiento de España el que se ha agotado. Si es así, el modelo que se ha agotado es el de bienestar dependiente del crecimiento económico, tanto para España como para el resto de países superdesarrollados del primer mundo. Y si es difícil que una sociedad se siente a establecer las bases del crecimiento para las siguientes décadas, cuánto más difícil será que nos sentemos a establecer las bases del bienestar con crecimiento limitado o nulo.

Fuentes:
La transcripción de la conferencia de Jesús Fernández-Villaverde La salida de la crisis, cómo y cuándo puede encontrarse aquí:
El artículo de Robert J. Gordon Is U.S. Economic Growth over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds puede encontrarse aquí (precio 5 dólares):
o aquí (gratis):

4 comentarios:

  1. Retomando la lectura de este gran blog aquí va mi felicitación de nuevo por este duro trabajo de intentar crear algo de claridad en la confusión y el desánimo que nos rodean.

    Apuntas en esta entrada (3er párrafo) y en otras anteriores la que me parece una pregunta clave "¿tanto necesitamos seguir creciendo??" pero prudentemente no te animas a profundizar en ella.

    Seguramente analizar la razón por la que dos conceptos como Crecimiento y Bienestar se encuentran identificados exceda el alcance de este blog (de un enfoque más técnico), posiblemente tenga que ver que no hay "uno" sino "varios" conceptos de Bienestar. Pero todo nos lleva a esa misma pregunta: ¿POR QUE hemos seguido inflando e inflando la pelota después de llegar al máximo nivel de bienestar (objetivo) jamás conocido?

    El hecho de que "cada vez somos capaces de producir más con el mismo trabajo" parece ser el origen del problema (a ello te refieres en tu entrada del pasado mes de agosto "El “bug” fundamental del sistema") y ya lo denunciaron los primeros socialistas en el S.XIX (el propio Marx o mucho más divertido el genial panfleto "Derecho a la pereza" del francés Paul Lafargue) u otros como Bertrand Russell en el S.XX...

    Que después de 150 años sigamos sin ponernos de acuerdo en la respuesta a ese POR QUE más y más y más.... es otra incógnita en sí misma, supongo que la solución se encontrará a medio camino entre las teorías conspiranoides y las teorías psicológicas, el vacío del individuo, la modernidad...

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    1. JM, muchas gracias por tus elogios y por retomar la lectura de este blog. Muchas gracias también por el "Derecho a la pereza" de Lafargue, que acabo de leer y que, efectivamente, me parece genial y genialmente divertido.
      No sé realmente cuál es el alcance de este blog, que desde luego está limitado por el mío propio, pero me doy por satisfecho si sirve para que algunas preguntas resuenen un poco.

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  2. Excelente artículo y blog. Una duda: ¿ese factor de 2,4 es el resultado de...?

    Un saludo cordial.

    David Núñez.

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    1. Muchas gracias, David.
      El factor de 2,4 es el resultado de componer un crecimiento del 3% anual durante 30 años. Tengo la impresión de que en general no somos muy conscientes de lo que implica a largo plazo crecer de forma continuada, aunque sea a un ritmo moderado del 3%. El poner lo del 2,4 aquí es con la intención de llamar la atención sobre el asunto.

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