jueves, 3 de diciembre de 2015

Estamos cerca de una economía sostenible?

El Dr. Daniel W. O'Neill comienza una muy interesante charla TEDx dando tres razones para cuestionar la deseabilidad del crecimiento económico:
  • Razón ambiental: el crecimiento continuado dentro de un sistema finito como nuestro planeta es imposible. Lo ilustra citando un estudio ya clásico (Rockström y Steffen 2009) encaminado a definir un "espacio seguro para el funcionamiento de la humanidad" y según el cual ya hemos traspasado claramente 3 de las 8 fronteras planetarias que delimitan dicho espacio. 
  • Razón social: el crecimiento no da la felicidad. En las economías avanzadas, el nivel de satisfacción personal o de felicidad percibida que muestran los abundantes datos disponibles no ha aumentado nada en las últimas décadas a pesar del continuado crecimiento económico registrado.
  • Razón práctica: desde una perspectiva histórica, el crecimiento económico es una excepción de unas cuantas décadas y de una pocas sociedades. Y dichas sociedades enfrentan unos cambios estructurales que hacen difícil pensar que la excepción se pueda convertir en norma: envejecimiento de la población, deuda, rendimientos decrecientes en el impacto de la innovación (en este artículo de este mismo blog comento esto con un poco más de detalle). 
Razones como estas deberían animar a cualquier persona con sentido común a emprender lo que el propio O'Neill llama "el viaje desde la locura del 'más' hacia la sabiduría del 'bastante'". (No se me interprete mal: con "la locura del 'más'" no me quiero referir al proyecto político que está promoviendo Artur Mas actualmente. En esos asuntos no me meto...).

Entre tanto nuestros gobernantes, ya en precampaña, sacan pecho ante la supuestamente reencontrada senda del crecimiento. No nos cuentan, es cierto, que la mitad del crecimiento que está experimentando la economía española se explica simplemente por la caída de los precios del petróleo. Ni que la otra mitad, venga de donde venga, podría evaporarse en cualquier momento en una turbulencia financiera internacional como las que últimamente se inician en China. Pero por muy frágil que sea, está claro que el crecimiento vende electoralmente. O lo que es lo mismo: si nos lo prometen, estamos dispuestos a comprarlo con nuestros votos.

¿Pero por qué queremos crecimiento?¿Por qué unas sociedades que ya han alcanzado cotas de bienestar material jamás vistas en la historia se aferran a un crecimento ambientalmente insostenible, socialmente improductivo y que cada vez parece más difícil de alcanzar? Supongo que la respuesta tiene mucho que ver con que la única alternativa que conocemos es la recesión, y la recesión acarrea paro, recortes, aumento de la desigualdad y otros muchos males sociales que no son plato de gusto para nadie.

Pero claro, si el crecimiento no nos conviene y la alternativa conocida tampoco, ¿qué podemos hacer? Parece que lo más lógico es explorar otras alternativas. Y aunque la mayoría de políticos, politólogos, economistas, tertulianos, etc. siguen anclados en el paradigma del crecimiento, hay algunos investigadores que, por fortuna, están dedicándose a esa exploración. De momento, las otras alternativas van tomando forma alrededor de dos ideas: la economía de estado estacionario y el decrecimiento. La primera, desarrollada fundamentalmente por el economista ecológico Herman Daly, puede definirse como una economía en la que los principales flujos y existencias biofísicos son estables y se encuentran dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas. La segunda, surgida en Francia como "la decroissance", se refiere a la reducción de la escala de la economía de manera socialmente equitativa, de modo que se logre tanto incrementar el bienestar humano como llevar el uso de materia y energía a niveles ecológicamente sostenibles. Seguramente ambos enfoques son complementarios.

O'Neill pertenece a esa minoría dedicada a explorar cómo podría ser la, digamos, senda del decrecimiento hacia la economía de estado estacionario. En un artículo reciente (O'Neill 2015) presenta un análisis que me parece un buen punto de partida: un diagnóstico de las economías actuales de 181 países que intenta responder a dos preguntas: (i) ¿cuán cerca están esas economías del estado estacionario y (ii) ¿son los países que están más próximos al estado estacionario mejores o peores para vivir?.

Aunque sólo sea por el planteamiento conceptual, el artículo ya merece la pena. El análisis se basa en 16 indicadores que se organizan en una escala desde medios primeros hasta fines últimos y que se dividen en dos grupos: la contabilidad biofísica intenta medir el uso de los medios y la contabilidad social intenta medir el progreso hacia los fines (ver figura 1).
Figura 1. Indicadores de la "contabilidad del decrecimiento", clasificados en contabilidad biofísica y contabilidad social y organizados en una escala de medios y fines. Fuente: O'Neill 2015

En relación con la contabilidad biofísica, una economía en la que los flujos y existencias permanecen más o menos constantes es una economía biofísicamente estable. Si, además, los flujos de materia y energía se mantienen dentro de los límites ecológicos, estamos ante una economía de estado estacionario. Y si, pasando a la contabilidad social, los niveles de calidad de vida de la población son altos, tenemos una economía de estado estacionario socialmente sostenible.

Para no extenderme demasiado no voy a entrar en detalles metodológicos, aunque me parecen interesantes. Sólo diré que el estudio se hace con datos correspondientes a los años 1997-2007, evitando evaluar los años de la crisis. En cuanto a los resultados, mi resumen es el siguiente:
  • 143 de las 181 economías estudiadas son biofísicamente crecientes. Sólo 22 se clasifican como biofísicamente estables. La economía mundial considerada en su conjunto es también biofísicamente creciente.
  • Las economías biofísicamente estables suelen tener mejores indicadores de bienestar humano, salud, igualdad, democracia y ausencia de pobreza y no puntúan peor en el resto de indicadores sociales. Esto permitiría desterrar la idea de que el crecimiento es necesario para el buen funcionamiento de una sociedad.
  • Las economías de mayor escala biofísica suelen puntuar claramente mejor en todos los indicadores de bienestar humano. Esto simplemente indica que en los países ricos generalmente se vive mejor.
  • De hecho, las economías biofísicamente estables suelen estar entre las que tienen mayor escala, y esa mayor escala está claramente por encima de los niveles ecológicamente sostenibles. Es decir: las economías en las que se vive bien están lejos de ser economías de estado estacionario. Parece que de momento sólo somos capaces de organizarnos para vivir bien cuando vivimos por encima de las posibilidades biofísicas de la Tierra

En definitiva, estamos lejos de la economía de estado estacionario socialmente sostenible. Como concluye el propio O'Neill: "si los siete mill millones de habitantes de la Tierra tienen que llevar una buena vida dentro de los límites ecológicos, entonces necesitamos ser mucho más eficientes en la transformación de recursos en bienestar humano".
Figura 2. Tasa de variación anual de huella ecológica (EF, % anual) frente a escala biofísica expresada como el ratio entre EF por persona y EF por persona medio global sostenible. Los colores indican cuatro categorías de satisfacción personal de la población según datos del World Database of Happiness. Fuente: O'Neill 2015. 

Fuentes:

Charla TEDx The Economics of Enough de Daniel O'Neill (YouTube).

Rockström, J; Steffen, WL; Noone, K; Persson, Å; Chapin III, FS; Lambin, EF; Lenton, TM; Scheffer, M et al. (2009), Planetary Boundaries: Exploring the Safe Operating Space for Humanity (PDF), Ecology and Society 14 (2): 32.
Las "fronteras planetarias" que hemos traspasado son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la alteración del ciclo del nitrógeno.

O'Neill, D.W., The proximity of nations to a socially sustainable steady-state economy, Journal of Cleaner Production (2015), http://dx.doi.org/10.1016/j.jclepro.2015.07.116 (en prensa)

World Database of Happiness

lunes, 23 de noviembre de 2015

Gasolina vs diésel: respirar en un mundo lleno

El pasado 12 de noviembre el Ayuntamiento de Madrid aplicó por primera vez el "Protocolo para Episodios de Alta Contaminación" imponiendo ciertas restricciones al tráfico rodado. Es una interesante novedad: hasta ahora las acciones del citado consistorio para enfrentar los serios problemas de contaminación que padece la ciudad habían consistido en ignorarlos primero, reubicar las estaciones de control poco favorables después y, por último, elaborar un protocolo de actuación al final de la pasada legislatura, probablemente con la idea de pasarle el marrón de aplicarlo al siguiente equipo de gobierno. Y así está sucediendo: parece que el nuevo equipo de gobierno está dispuesto a coger el toro por los cuernos y se está tomando en serio el Protocolo elaborado por sus predecesores.

Admitámoslo: en Madrid bastan unos pocos días consecutivos de tiempo anticiclónico invernal para que la contaminación atmosférica se ponga en niveles que, además de incumplir la normativa, suponen un serio peligro para la salud de los que no tenemos más remedio que respirar aquí. Así que o cambian mucho las cosas o, mientras las autoridades municipales tengan a bien tomarse en serio el problema, la aplicación de medidas como las de estos últimos días se puede convertir en un ingrediente habitual del día a día de los madrileños. Pero ¿qué cosas tendrían que cambiar? Pues seguramente la forma en que nos movemos por la ciudad: la fuente principal de contaminación es el tráfico. De hecho, los contaminantes que suelen hacer saltar las alarmas son el NO2 (dióxido de nitrógeno) y las partículas en suspensión, y desde hace tiempo se sabe que los motores diésel son la principal fuente de estos contaminantes en las ciudades. Desde hace menos tiempo se sabe también que los emiten en cantidades mucho mayores que lo que nos querían hacer creer los fabricantes (Volkswagen el primero, pero probablemente no sólo Volkswagen).


De Madrid al cielo... Foto tomada de Crónica Norte

El problema no es sólo de Madrid sino que está bastante extendido por Europa. Según una información reciente en el diario El País, Barcelona lleva cinco años consecutivos superando el límite de anual de concentración de NO2 [1]. En el último balance anual de Airparif, la entidad que hace el seguimiento de la calidad del aire en el área metropolitana de París, se lee: "a pesar de unas condiciones meteorológicas muy favorables para la calidad del aire en 2014, más  de 2,3 millones de personas en Île de France siguen expuestas a niveles de contaminación que incumplen la normativa, sobre todo para partículas y NO2" [2]. En Londres, la contaminación del aire podría ser responsable de hasta 9.500 muertes prematuras al año según un estudio reciente centrado en dos contaminantes: NO2 y partículas [3].

Así que NO2 y partículas en suspensión son los contaminantes atmosféricos estrella en las ciudades europeas. Y esto señala a los vehículos diésel como principales responsables. A pesar de lo cual el diésel es muy popular en Europa. Después de 15 años de tendencia creciente, a partir de 2006 más de la mitad de los coches que se venden en la UE son de gasoil. La "dieselización" del parque automovilístico europeo es una anomalía cuando se compara con otras partes del mundo.
Penetración del diésel en la Unión Europea desde 1990, comparada con EE.UU. y Japón. Fuente: Cames y Helmers 2013.

¿Cuál es la causa del boom del diésel en Europa a partir de finales de los 1990s? Según varios análisis ([4], [5]) la razón principal es el apoyo institucional recibido de la Comisión Europea y los gobiernos nacionales Este apoyo forma parte de los esfuerzos para reducir las emisiones de CO2 de acuerdo con los compromisos adquiridos en la lucha contra el cambio climático (principalmente los acuerdos de Kioto). El apoyo se ha materializado en acuerdos con la industria, ventajas fiscales para el gasoil, menor exigencia en los límites de emisión de gases contaminantes para los vehículos diésel, etc.

Dejando a un lado las dudas existentes sobre si la "dieselización" de Europa ha contribuido realmente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que es un hecho es que ha generado otro problema de calado. Al menos para muchos millones de personas que nos vemos abocados a respirar un aire perjudicial para nuestra salud. Conviene no subestimar el alcance de esta afirmación: en 2012 la Orgaización Mundial de la Salud clasificó los gases de escape de los motores diésel como cancerígenos de grupo 1. En la comunicación a la prensa se lee literalmente: "La evidencia científica ha sido convincente y la conclusión del grupo de trabajo ha sido unánime: los gases de escape de los motores diésel causan cáncer de pulmón en humanos"[6]. Vale que hace nada que los dictámenes de la OMS han sido objeto de numerosos chascarrillos a raíz del asunto de las carnes procesadas, pero no por ello creo que debamos pasarlos por alto.

A la vista de todo esto no parece que la "dieselización" del parque automovilístico europeo pueda calificarse de acierto. De hecho, se escuchan cada vez más voces sobre la conveniencia de rectificar de manera radical. Por ejemplo, en Francia el Primer Ministro Manuel Valls reconoció en noviembre de 2014 que la política de promoción del diesel fue un error y un mes después la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, prometió la prohibición de los vehículos diésel en París para 2020.[5]

Al margen de las críticas que se podrían armar sobre el modo de intervenir de las instituciones de gobierno europeas, a mí lo que me parece es que este no es más que otro ejemplo de problema de la economía del mundo lleno: cuando cambiamos la forma de hacer las cosas (promovemos la tecnología diésel) para intentar aliviar la presión sobre un recurso sobrexplotado (la capacidad del sistema climático para digerir nuestras emisiones de efecto invernadero) nos encontramos con que exacerbamos otro problema de sobreexplotación (la capcidad de la atmósfera como sumidero de gases contaminantes en las ciudades). Y esto es así porque el tamaño del sistema económico se ha hecho demasiado grande en relación con la base biofísica sobre la que se sustenta, es decir: este planeta. Ya no nos quedan yacimientos vírgenes o subexplotados a los que trasladar el exceso de presión sobre el medio que generan nuestras actividades. Así que no nos engañemos: la única solución efectiva es reducir la escala de la economía (reducir el uso del vehículo privado en las ciudades).

Sin embargo, el mantra de nuestra civilización insiste machaconamente en el crecimiento sin límites. Es un mantra que entonan a dos voces un coro de tecno-optimistas por un lado y economistas por otro. Los tecno-optimistas nos intentan convencer de que la tecnología puede encontrar soluciones para todo: "el ingenio humano no tiene límites". Nos cuentan como la recirculación de gases de escape, los filtros de partículas, la reducción catalítica selectiva, etc., pueden hacer que un coche diésel contamine poco más que una cafetera. Pero no nos cuentan que también complican el mantenimiento, reducen la supuesta eficiencia de combustible y además proporcionan oportunidades para trampear el sistema (y con el caso Volkswagen hemos aprendido que esto no es baladí). O nos cuentan que el coche eléctrico no contamina nada, sin hablarnos de los problemas que se pueden derivar de la fabricación, mantenimiento y desecho de baterías si se generaliza esa solución. Ni de dónde habría de salir toda la electricidad necesaria para moverlos.

Los economistas, por su parte, nos camelan con la idea, que parece central en su disciplina, de que el estado natural de una economía sana es crecer, y de que el crecimiento es el remedio que cura todos los males sociales. Es decir: cuantos más coches mejor. Y si en vez de más coches tenemos menos, eso es un síntoma "desolador" de que estamos en crisis. Así lo expresaba un economista de relieve (y de actualidad) como Luis Garicano hace año y medio en una cita que ya utilicé en un artículo anterior de este blog:   

"Marzo ha sido un mes desolador para la eurozona, incluida España. Esta semana hemos sabido que las matriculaciones de vehículos del primer trimestre cayeron un 13% en Alemania, un 12% en España y un 10% en Europa, comparadas con el primer trimestre del año pasado. [...]"[7]

Y así vamos...

Fuentes:

[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/11/13/catalunya/1447440766_126235.html

[2] http://www.airparif.asso.fr/etat-air/bilan-annuel

[3] http://www.theguardian.com/environment/2015/jul/15/nearly-9500-people-die-each-year-in-london-because-of-air-pollution-study

[4] Cames, M. y E. Helmers, 2013: Critical evaluation of the European diesel car boom - global comparison, environmental effects and various national strategies. Environmental Sciences Europe 2013, 25:15

[5] http://www.ft.com/intl/cms/s/0/627c6812-7faf-11e4-adff-00144feabdc0.html#axzz3QLLX1c7K

[6] IARC Press release 213, 12 de Junio 2012

[7] Luis Garicano, Esperando a Godot-Draghi, El País, 21 de abril de 2013

La foto está tomada de Crónica Norte

miércoles, 1 de julio de 2015

Naciones Unidas, el clima y las teorías de la conspiración

Hace unas semanas, Maurice Newman, uno de los principales asesores del primer ministro de Australia (su cargo es "chairman of the Prime Minister's Business Advisory Council") se descolgó con la declaración de que el cambio climático es un ardid de Naciones Unidas para establecer un nuevo orden mundial bajo su control. "Es un secreto bien guardado, pero el 95% de los modelos climáticos que se nos dice que prueban la relación entre las emisiones de CO2 de origen humano y un calentamiento global catastrófico se han mostrado, después de dos décadas de temperaturas estables, erróneos.[...] El verdadero objetivo [de Naciones Unidas] es la concentración de poder político, el calentamiento global es el gancho". (Mi traducción)

Bueno, estando en un puesto como el que está, se supone que las cosas que dice este señor deben tomarse en serio. De hecho no me consta que haya sido relevado de su cargo después de estas declaraciones, así que podemos suponer que al menos alguien tan importante como el primer ministro de Australia se las toma en serio. Y, claro, declaraciones como las anteriores cuando se toman en serio no son como para quedarse tan tranquilo. Así que yo voy a darle unas vueltas a lo que creemos que sabemos sobre el cambio climático para intentar entender por dónde van los tiros de esta supuesta conspiración mundial.

1. La concentración de CO2 en la atmósfera no ha parado de subir desde hace por lo menos 60 años
La referencia mundial para el seguimiento de la concentración de CO2 atmosférico es el observatorio de Mauna Loa, en Hawaii. El gráfico siguiente muestra la evolución continuamente creciente de la concentración de CO2 medida en dicho observatorio desde 1958.
Bueno, pudiera ser que estos datos no fueran reales sino fabricados como parte de la conspiración de la ONU. Pero el observatorio de Mauna Loa depende de la NOAA, una agencia del gobierno federal de los Estados Unidos, así que tendríamos que suponer que, o bien la conspiración está infiltrada en el gobierno de los USA o dicho gobierno está también detrás de ella. Y no sólo desde que hay un supuestamente eco-progre ciertamente afro-americano habitando la Casa Blanca sino desde mucho antes. Por otra parte, las observaciones de Mauna Loa son consistentes con otras muchas realizadas por otras muchas instituciones y con otros muchos indicios indirectos (como la acidificación de los océanos). ¡La conspiración, entonces, está mucho más extendida de lo que se imagina el Sr. Newman!¡Quizás es ya imparable!

O no, tal vez el aumento de la concentración de CO2 es real y no es este el nivel en el que el señor Newman aprecia una conspiración. Sigamos pues.

2. El origen del aumento de CO2 atmosférico somos nosotros
Cuánto CO2 se emite a la atmósfera cuando quemamos un litro de gasolina, o un metro cúbico de gas natural o una tonelada de carbón son cantidades que se pueden establecer sin ambigüedades gracias a la estequiometría, que en Química es una forma de decir "habas contadas". Las cantidades de petróleo, gas y carbón que consumimos son también conocidas con suficiente precisión como para poder estimar de forma consistente cuánto CO2 emitimos a la atmósfera por los usos energéticos de los combustibles fósiles. El gráfico siguiente, elaborado con datos del recién publicado BP Statistical Review of Worl Energy 2015, muestra la evolución desde 1965 hasta 2014 desglosada en algunos países o grupos de países que me parecen significativos.
Si nos fijamos en el dato global, el ritmo de emisiones de CO2 ha evolucionado desde unas 12 Gt/año en 1965 hasta más de 35 en 2014. Acumuladas, las emisiones desde 1965 suman 1140 Gt, es decir 1,14 billones (de los nuestros) de toneladas. Esta cantidad fabulosa hay que ponerla en relación con otra no menos fabulosa: la masa total de la atmósfera. Según Wikipedia es de 5,10E+18 kg, o lo que es lo mismo, 5100 billones (de los nuestros) de toneladas. Pues bien, 1,14 billones de toneladas de CO2 diluidos en 5100 billones de toneladas de atmósfera equivalen a 224 partes por millón (ppm) en peso. Como las concentraciones de CO2 se expresan en ppm en volumen tenemos que echar mano otra vez de la estequiometría y multiplicar por 29/44 (relación entre el peso molecular aproximado del aire y el del CO2). Sale 148 ppm de CO2 en volumen. Es decir: desde 1965 hemos emitido CO2 como para elevar la concentración en la atmósfera en 148 ppm. Para justificar el aumento registrado en Mauna Loan (de 320 a 400 ppm más o menos) nos hacen falta unas 80, así que las 148 que hemos calculado dan de sobra. Por cierto que el exceso es la parte que absorben los océanos, que por eso se están acidificando.

O sea, que el origen del aumento continuado de la concentración de CO2 en la atmósfera no es ningún misterio. ¿O sí lo es? La estequiometría y los elementos de la Física que permiten calcular la masa de la atmósfera se establecieron mucho antes que la Organización de Naciones Unidas, así que los tentáculos conspiradores de dicha organización no pueden estar actuando en este nivel. En cambio, sí podrían estar alterando las estadísticas de producción de combustibles fósiles para hacernos creer que somos los responsables de unas emisiones de CO2 que no son tales. En este supuesto, Naciones Unidas tendría que estar financiando bajo cuerda a los jeques árabes para que puedan sostener el nivel de vida propio de quien está vendiendo petróleo a espuertas, lo cual suena bastante poco verosímil. Pero además hay muchas otras estadísticas y todas son bastante consistentes. Las que presento aquí, encima, las elabora y publica BP, tercera compañía del mundo en el sector del petróleo y el gas natural, una posición en la que difícilmente puede considerarse sospechosa de participar en la conspiración. Así que no, tampoco debe de ser aquí donde opera la conspiración del señor Newman.

3. El CO2 es un gas de efecto invernadero
Sé que me estoy poniendo un poco pesado con los números pero el asunto es serio, así que creo que merece la pena hacer un esfuerzo. La Tierra recibe 1367 W/m2 de energía radiante procedente del Sol (m2 de disco terrestre; hay que dividir por 4 para obtener el promedio por m2 de superficie terrestre). Si suponemos que la superficie Tierra está esencialmente en equilibrio térmico, es decir, no se calienta ni se enfría a largo plazo, entonces tiene que estar emitiendo la misma cantidad de energía radiante al espacio exterior. La ley de Stefan-Boltzmann nos dice que la temperatura de la superficie de un cuerpo que emita esa cantidad de radiación es -18ºC. Sin embargo, a todos nos consta que la superficie de la Tierra está, en la mayoría de los sitios, a unas temperaturas mucho más confortables. En promedio, unos 16ºC. A esta temperatura, la superficie de la Tierra emite más radiación de la que recibe y, en pura teoría, debería estar enfriándose rápidamente para alcanzar los -18ºC de equilibrio. La razón de que esto no sea así es conocida desde hace muchas décadas y se llama efecto invernadero. Resulta que algunos gases de la atmósfera absorben la radiación infrarroja que emite la superficie terrestre (pero no la radiación visible que llega del Sol). La radiación absorbida, en lugar de perderse en el espacio exterior, calienta la atmósfera y esta, de paso, calienta la superficie terrestre. Cuáles son los gases de efecto invernadero también es conocido desde hace tiempo, y resulta que el CO2 es el más importante después del vapor de agua.

La constante solar, la ley de Stefan-Boltzman, el efecto invernadero y la contribución del CO2 son resultados de la Física comprobados empíricamente y, en su caso, avalados por la teoría. Todos ellos se conocen desde antes de la creación de la Organización de Naciones Unidas. No me parece que el Sr. Newman esté sugiriendo que esta organización haya sido capaz de alterar los manuales de Física de modo que hagan creíble una supuesta fábula sobre la amenaza del cambio climático. Así que parece que por aquí tampoco van los tiros. 

4.  El clima se está alterando
Si el efecto invernadero natural es responsable de una diferencia de 34ºC en la superficie terrestre (de -18 a 16 grados, una diferencia que nos viene francamente bien), sería muy ingenuo suponer que se puede pasar de 320 a 400 ppm de CO2, el segundo gas de efecto invernadero más importante, sin alterar el clima de forma visible. Por eso a nadie con dos dedos de frente le sorprende que el clima esté dando ya señales claras de cambio. Las mediciones sugieren que el clima ha experimentado un calentamiento promedio de 0,8ºC respecto de los niveles preindustriales, y hay muchos otros indicios que apuntan en la misma dirección (una dirección que no nos conviene en absoluto). Uno que a mí me parece muy llamativo: en estas según Newman "dos décadas de temperaturas estables", el hielo del Ártico se ha reducido a razón de unos 300 km3 por año.



Los datos de temperatura global, de volumen de hielo en el Ártico y de otros muchos indicadores de calentamiento global están basados en observaciones meteorológicas realizadas por numerosas agencias nacionales e internacionales y en estudios realizados por equipos científicos diversos. Pero podría ser, por qué no, que las comunidades meteorológica y científica formaran parte de la conspiración. Sin embargo, estos resultados son claramente consistentes con lo dicho en los puntos 1, 2 y 3 anteriores en los que, como hemos visto, no parece haber mucho hueco para conspirar. De hecho, si el clima no estuviera dando señales de calentamiento a pesar del aumento de concentración de CO2 habría que hacer juegos malabares para intentar armar explicaciones consistentes con los fundamentos de la Física.

5. Algunas predicciones de los modelos no han sido muy acertadas
Puede ser. Desde que se empezaron a operar modelos climáticos globales ya ha pasado suficiente tiempo como para que algunas de sus previsiones se hayan podido contrastar y ¡ay! no siempre han acertado del todo. Parece que es aquí, y sólo aquí, donde se agarra el Sr. Newman para sostener su teoría de la conspiración. Pero a mí me da que en su argumento hay un error de bulto. El sistema climático es una cosa enorme y muy compleja, de manera que simular su comportamiento a largo plazo mediante modelos es una tarea muy difícil, cuyos resultados son naturalmente imperfectos (y mejorables: los modelos no paran de mejorar). Pero tal como yo lo veo la función de los modelos climáticos no es probar que hay un riesgo de cambio climático grave: eso está corroborado más que de sobra por las evidencias que he intentado resumir en los puntos 1 a 4 anteriores. Los modelos simplemente intentan generar descripciones más o menos detalladas de ese cambio climático: cuánto, dónde y en cuánto tiempo son esperables tales o cuales efectos y cómo pueden ser estos en diferentes supuestos de emisiones futuras. No son instrumentos para certificar que tenemos un problema muy serio, sino para ayudar a gestionarlo. Y como es natural, algunos lo habrán hecho mejor y otros lo habrán hecho peor (lo del 95% que dice el Newman no sé de dónde sale).

No le demos más vueltas: está claro que las declaraciones del Sr. Newman sobre la conspiración climática de Naciones Unidas son una mamarrachada. Una mamarrachada que podría estar relacionada con el hecho de que Australia es el primer exportador mundial de carbón. Una mamarrachada que además va a contracorriente en estos tiempos en los que hasta el Papa se ha posicionado a favor de actuar contra el cambio climático (en su encíclica Laudato Si). Hoy por hoy todo apunta a que en la cumbre de París, que se celebrará el próximo mes de diciembre, los gobiernos se disponen a alcanzar, aunque sea con 20 años de retraso, un acuerdo serio sobre control de emisiones. Que las voces  discordantes que salen a la luz sean mamarrachadas del calibre de esta del Sr. Newman me parece buen síntoma.

En otro orden de cosas, saber que el Sr. Newman sigue en su cargo me reporta cierta sensación, seguramente poco sana, de alivio: parece que el mío no es el único país donde los responsables institucionales pueden decir mamarrachadas de marca mayor y no ser cesados fulminantemente. Pero en fin, "mal de muchos, consuelo de tontos"...

Actualización 03-07-2015:
Al día siguiente de la publicación de este artículo, la Climate Change Authority (CCA) un comité de expertos independientes que tiene el mandato de asesorar al gobierno de Australia en políticas relacionadas con el cambio climático, ha emitido un informe en el que recomienda una reducción de emisiones (respecto de los niveles de 2000) del 30% en 2025 y del 40-60% para 2030. Sobre estos objetivos el informe dice que a) son consistentes con la ciencia del clima, b) son comparables a los de países similares, c) su diseño ha tenido en cuenta los costes de implementarlos y la distribución de dichos costes y d) los costes deben ser considerados en relación con los beneficios económicos, sociales y ambientales de evitar un cambio climático pernicioso. Según la CCA, las recomendaciones del informe constituyen un "paquete creíble para que el gobierno de Australia lleve a la cumbre de París". Bueno, pues como no podía ser de otra manera, también hay vida inteligente en Australia. Con un poco de suerte, el sentido común arrinconará a los señores newman que puedan pulular alrededor de las instituciones de gobierno de aquel país, que tendrán que resignarse a ver como su país sucumbe a la conspiración de Naciones Unidas. No es tanto como lo que hoy declara en El Mundo la ministra García Tejerina ("No queda ni rastro del escepticismo climático"), pero sí parece que el camino a París se está recorriendo cada vez más con las actitudes adecuadas.  

Fuentes:

Las declaraciones de Maurice Newman fueron recogidas y comentadas por diversos medios: BBC, The Telegraph.

Los datos de BP Statistical Review of Worl Energy 2015 están disponibles aquí.

Datos sobre la atmósfera en Wikipedia aquí

El gráfico de evolución del volumen de hielo ártico procede de la web del Polar Science Center

domingo, 12 de abril de 2015

Según el sector, la generación eléctrica basada en combustibles fósiles no se reducirá antes de 2050

En un artículo publicado el pasado 30 de marzo, El Periódico de la Energía (un periódico digital dedicado al sector energético) se hacía eco de una encuesta reciente a profesionales de todo el mundo con puestos de responsabilidad en el sector de la electricidad. El titular de la noticia rezaba así: El 82% de la industria eléctrica mundial asegura que el sistema será 70% renovable en 2050. La afirmación se basa en las respuestas de los expertos encuestados a la pregunta "¿Cómo de rápido se puede hacer la transición a un sistema eléctrico altamente renovable (70% por generación) que sea también seguro y asequible en su mercado de interés?". El gráfico siguiente, extraído del informe de la encuesta, muestra una estadística básica de las respuestas.

Fuente: DNV GL, Beyond Integration 

En realidad, lo que dice la encuesta es que un 82% de los expertos creen que el 70% renovable se logrará en 2050 en la fracción del mercado eléctrico global que les concierne. Así que la previsión para el conjunto del sistema eléctrico global debe ser menor que el 70%. Pero aún así, ciñámonos a la interpretación generosa del titular del artículo.

Pues bien, ¿es esto una buena noticia? Sin entrar en la cuestión de qué valor real pueden tener este tipo de proyecciones a tan largo plazo en un contexto tan confuso como el actual, yo diría que según se mire. O que según para quién. Podría ser muy buena noticia para el sector de las renovables, claro. Pero... ¿qué tal para el clima?¿prevén los expertos que la generación eléctrica en 2050 será más limpia que la actual en emisiones de CO2?¿que necesitaremos menos combustibles fósiles para generar electricidad en 2050? Un poco de malicia y un par de números simples nos dicen que de ninguna manera.

El punto de malicia viene de suponer, porque la encuesta no dice nada al respecto, que los expertos consideran que el sector de la generación eléctrica va a seguir siendo un buen negocio de aquí a 2050. Es decir, un negocio creciente. Por una parte, el consumo de electricidad aún tiene que generalizarse e intensificarse en amplias regiones de esos que llamamos países en desarrollo. Por otra, la crisis en las economías desarrolladas es, por supuesto, una anomalía y la inminente vuelta a la senda del crecimiento hará que se recuperen y luego aumenten los niveles de consumo en esas economías. Así que ¡qué menos que un 3% de crecimiento anual medio para los próximos 35 años! El ritmo de crecimiento entre 2008 y 2013, años de crisis, ha sido de un 2,7% aproximadamente, así que un 3% tampoco es echar las campanas al vuelo.

Y ya estamos en disposición de hacer los números. Si la generación eléctrica crece un 3% anual de aquí a 2050, por cada 100 unidades generadas en 2014 se generarán en 2050: 100*1.03^(2050-2014)=290. Si se cumple la predicción de los expertos, el 70% de esas 290 unidades, es decir, 203, será renovable. Las 87 restantes vendrán de otras fuentes. Salvo que esperemos un muy poco probable desarrollo espectacular y sostenido de la energía nuclear, podemos contar con que del orden de 80 de esas 87 unidades no renovables de 2050 tendrán que generarse a partir de combustibles fósiles. Y resulta que de las 100 unidades de generación eléctrica de 2014 ¡también alrededor de 80 provinieron de combustibles fósiles!.

Total, que lo que vaticinan los expertos podría ser simplemente que no vamos a renunciar a los combustibles fósiles para generar electricidad. Eso sí, como tampoco vamos a renunciar al crecimiento continuado de la generación eléctrica y como parece que hay que ser demasiado optimista para confiar en que los combustibles fósiles puedan acompañar ese crecimiento, no nos va a quedar más remedio que echar mano de las renovables.

Expresar las cosas como porcentaje de una magnitud que crece o que se espera que crezca puede llevar a engaño. Un buen ejemplo de "abuso de los porcentajes" se puede encontrar muy bien explicado en este artículo del muy interesante blog Agua, energia y decrecimiento, esta vez en la evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con el acceso al agua.  

Fuentes:
Noticia en El periódico de la Energía
El informe de la encuesta se puede consultar aquí: DNV GL: Beyond integration (marzo 2015)

jueves, 2 de abril de 2015

Un regalo inesperado

El pasado 30 de marzo apareció en el blog Nada es Gratis un artículo firmado por Francisco de la Torre con el título de Un regalo inesperado I. El artículo (y una segunda parte fechada el mismo día) fue publicado por el administrador del blog y no por su autor, que no figura en la relación de colaboradores. Parece, por tanto, que se trata de una colaboración "externa". Con todo, el artículo está ahí, y junto con su continuación, quiere explicar por qué la bajada de los precios del petróleo está teniendo tan poco impacto en la recaudación fiscal a pesar de lo que está contribuyendo a la recuperación económica. Y es que, respecto a esto último:

"Una reducción del precio de la principal fuente de energía que se utiliza en España, y que se paga casi íntegramente al exterior es una bendición: disminuye los costes de las empresas, las hace más competitivas, aumenta la renta disponible de las familias, equilibra la balanza de pagos porque se paga menos al exterior… Todo esto junto estimula el crecimiento económico, y consiguientemente, la creación de empleo."

Es decir, que la bajada reciente en el precio del petróleo (que parece que sigue entre 50 y 60 dólares el barril, que viene a ser la mitad de lo que estaba costando desde 2009, y el doble de lo que costaba antes de 2004) es un verdadero "regalo inesperado" para nuestra economía.

Y yo tengo que decir que para mí ver el texto citado en Nada es Gratis, un blog llevado por economistas académicos y que yo percibo tan alineado con los planteamientos de la teoría económica convencional, supone también un regalo inesperado. En efecto: me parece esperanzador que en un foro como ese se dé entrada a una visión sobre la crisis que no he parado de echar en falta durante todos estos años. Porque, o al menos así lo veo yo y parece también que el señor de la Torre, una subida del precio de la principal fuente de energía que se utiliza en España, y que se paga íntegramente al exterior, es una maldición: aumenta los costes de las empresas, las hace menos competitivas, disminuye la renta disponible de las familias, desequilibra la balanza de pagos porque se paga más al exterior,.... Todo esto junto inhibe el crecimiento económico, y consiguientemente, propicia la destrucción de empleo.

El precio del petróleo subió sin parar entre 2004 y 2008 desde unos 30 dólares por barril a casi 150 (precios constantes). Por esa época España importaba la friolera de 1,6 millones de barriles diarios. Echen las cuentas. Yo las he echado y las he mostrado varias veces en otros artículos de este blog. El impacto económico de una subida como esa en "la principal fuente de energía que se usa en España, y que se paga casi íntegramente al exterior" tuvo que ser necesariamente tremendo. Y para muestra un botón: como he dicho más arriba, yo ya he intentado ilustrarlo en varios artículos de este blog así que, esta vez, para variar, echaré mano de nuevo de Nada es Gratis. El gráfico siguiente apareció en un artículo titulado El Sector Exterior: ¿Un Problema Sin Resolver?, firmado por Jesús Fernández-Villaverde y Tano Santos y publicado por el primero (que, esta vez sí, es uno de los editores del Nada es Gratis) el 4 de febrero pasado. El gráfico quiere mostrar lo mal que lo llevamos en este país con nuestro balance entre exportaciones e importaciones.

Fuente: Nada es Gratis (2).

El caso es que en el gráfico se ve claramente como el problema más o menos estructural con nuestra balanza de pagos se agudiza enormemente entre los años 2004 y 2008, los años de "la felicidad de la burbuja" (tomo la expresión del mismo artículo), para luego sufrir un ajuste tremendo con el estallido de la crisis. A mí me parece obvio que esa felicidad de la burbuja consistió esencialmente en seguir importando petróleo al mismo ritmo, a pesar de su encarecimiento continuado. Aunque en el artículo no se diga nada al respecto. Y sí, seguramente la felicidad de la burbuja fue posible porque había un exceso de disponibilidad de crédito, debido tal vez al mal diseño del sistema monetario, y el desajusté se agravaría porque nuestra economía no era lo suficientemente flexible, o lo suficientemente productiva o por lo que sea que normalmente ha centrado el análisis habitual de las causas de la crisis en los foros económicos. Y no digo yo que estos factores no sean relevantes. Seguramente contribuyeron a amplificar el impacto (y también a retrasarlo). Pero que la subida del petróleo tenía que causar impacto, y fuerte, me parece evidente. Y no deja de sorprenderme lo poco que se ha tenido en cuenta hasta ahora esta variable.

En fin, que yo me alegro de que en más foros económicos se comience a prestar atención a la importancia en la economía de las limitaciones energéticas y, en general, de otros recursos finitos.

Fuentes:
Los artículos de Nada es Gratis que cito se encuentran en estos enlaces:
(1) Un regalo inesperado I
(2) El Sector Exterior: ¿Un Problema Sin Resolver?

martes, 27 de enero de 2015

El potencial hidroeléctrico global, por si acaso

Cuando se habla de renovables pocas veces se incluye a la energía hidroeléctrica. Se me ocurren varias razones posibles para explicar esto. La primera y más importante es que, por muy renovable que sea, su implementación ocasiona pérdidas medioambientales irrecuperables, por lo que no goza de mucho prestigio como energía verde. Otra es que "energías renovables" suena muy moderno y la hidroelectricidad, en cambio, es un auténtico clásico en la historia de la generación eléctrica: ¡se utiliza desde los tiempos de Edison!. Y finalmente puede que influya también el hecho de que globalmente la energía hidroeléctrica no puede dar de sí mucho más de lo que ya está dando, que es más o menos un 17% de la generación eléctrica total y un 3% de la producción total de energía primaria. Es decir, que se sabe que la energía hidroeléctrica nunca nos va a sacar de pobres, por lo cual no se espera de ella tanto como de las otras renovables.

Con todo, alguna que otra vez, en conversaciones informales sobre el apasionante asunto de los problemas de escasez energética que enfrenta nuestra civilización oigo cosas del estilo "¡pero si quedan un montón de ríos por ahí de los que aun se puede sacar muchísima electricidad!". Espoleado por este tipo de comentarios me he entretenido un buen rato en hacer una estimación más o menos detallada del potencial global de energía hidroeléctrica. Y de eso es de lo que va este artículo.

Comencemos por el principio: la energía hidráulica no es más que la energía que disipa el agua de los ríos en su descenso hacia el mar. Y las centrales hidroeléctricas no son otra cosa que dispositivos ingeniosos para captar parte de esa energía y ponerla a nuestro servicio en forma de electricidad. Así que podemos empezar con el agua de lluvia. ¿Cuánta agua de lluvia tenemos disponible?. El World Water Assessment Programme (WWAP), promovido por UNESCO, tiene publicados en internet unos "datos temáticos" sobre el agua de los que he tomado los datos globales de precipitación media anual en rejilla de 0,5º. Si prescindimos de la Antártida y de la región ártica por encima de la latitud 72ºN (no creo que nadie piense que las precipitaciones en esos territorios tengan interés hidroeléctrico), la precipitación media sobre la tierra firme según estos datos es de 800 mm/año. Esos 800 mm no se reparten por igual en el territorio sino que varían entre un mínimo de 0 y un máximo de ¡7.481! (en algún punto de la cuenca alta del Amazonas). El mapa de la figura 1 intenta dar una idea de cómo es ese reparto.
Figura 1. Mapa de precipitación media anual (mm) a partir de datos de WWAP

Pero no toda el agua de lluvia que cae sobre la tierra firme acaba en algún río para volver al océano. Una buena parte se evapora y regresa a la atmósfera, evitando contribuir a cualquier producción hidroeléctrica que se nos ocurra. Por eso, el dato relevante no es tanto el de precipitación como el de escorrentía. Afortunadamente, entre los datos temáticos del WWAP también se incluyen datos en rejilla de 0,5º de escorrentía media anual. En este caso, el promedio global es de 342 mm y el reparto, también irregular, se muestra en el mapa de la figura 2.

Figura 2. Mapa de escorrentía media anual (mm), a partir de datos de WWAP

Tenemos por tanto que el 43% del agua caída como precipitación sobre la tierra firme vuelve al mar en forma de escorrentía disipando energía potencial a lo largo de su camino descendente. ¿De cuánta energía estamos hablando?. Pues aquí tenemos que dar entrada a otra variable: la altitud, ya que la energía de la que estamos hablando es proporcional a la altura que se recorre en ese camino descendente. Para la a altitud he tomado un modelo digital del terreno global a 0,25º publicada en la web de TEMIS (un proyecto de la ESA). El mapa de la figura 3 está elaborado con dichos datos.
Figura 3. Mapa de altitud (m) a partir de datos de TEMIS

Y ahora sí, ¿de cuánta energía estamos hablando? Pues se trata de multiplicar en cada punto de la rejilla la altitud por la escorrentía y aplicar un factor nos convierta ese producto en unidades de energía. Como nos tenemos que referir a una unidad de tiempo (la escorrentía viene en mm anuales) estamos hablando más bien de potencia y para expresarlo en términos relativos a una unidad de área voy a utilizar como unidad el kW/km2. Los kW se refieren a potencia continua equivalente, es decir, la potencia que aplicada durante un año genera la energía anual correspondiente. El factor que convierte el producto de los datos de la figura 2 (mm/año) y los de la figura 3 (m) en kW/km2 es aproximadamente 0,00031. Efectuando la operación se llega a los datos en rejilla de 0,25 que han servido para elaborar el mapa de la figura 4. Sale un promedio de 53,7 kW/km2, pero muy mal repartido. Si integramos este valor en toda la superficie de tierra firme considerada tenemos un total de 6,99 TW de potencia continua equivalente disipada por el agua de escorrentía en su movimiento descendente hacia el mar. 
Figura 4. Mapa de energía potencial del agua de escorrentía en su lugar de origen (kW de potencia continua equivalente por km2)

Hasta aquí esto son habas contadas: en la medida en que los datos de partida estén bien (y a mí me parece que lo están), la energía potencial de la escorrentía supone unos 7TW de potencia continua equivalente. Sin embargo, esta energía se origina de forma muy dispersa (por ejemplo: la energía solar incide en la superficie terrestre unas 4.000 veces más concentrada). Si la podemos aprovechar es gracias a que las cuencas hidrográficas se encargan de concentrarla de forma natural en los ríos. Esto quiere decir que el primer tramo del descenso hacia el mar, el que discurre por laderas, regueros e incluso bajo la superficie, no es aprovechable por estar la energía demasiado dispersa. Entonces, ¿qué parte de los 7TW son energía hidráulica propiamente dicha, es decir, la que se nos presenta convenientemente concentrada en un cauce?

El paso de malla de los datos de altitud es de 0,25º, es decir, unos 25 km en el ecuador y nunca menos de 7 km. Es razonable suponer, por tanto, que la parte "dispersa" del descenso se resuelve dentro de cada celda de la rejilla. Aquí asumiré la hipótesis de que la parte "dispersa" del descenso de la escorrentía que se origina en una celda es la mitad del descenso en esa celda. El descenso dentro de cada celda lo estimo como la diferencia de altitud entre la celda y la vecina más baja, entendiendo que el agua de escorrentía que sale de una celda pasa a su vecina más baja. Aplicando este criterio se puede calcular una "altitud efectiva", más baja que la de la figura 3, y que estima la altitud a la que se inicia la etapa "hidráulica" del descenso de las aguas de escorrentía. La figura 5 muestra el mapa de altitudes efectivas. Es muy parecido al de la figura 3, pero con valores más bajos: la altitud media que resulta del mapa de la figura 3 es de 643 m y la altitud efectiva media del mapa de la figura 5 es de 572 m.
Figura 5. Mapa de altitud efectiva (m)

Así que, entonces, ¿de cuánta energía estamos hablando ahora?. Pues basta con repetir la operación que hicimos antes pero con los datos de altitud efectiva. En forma de mapa, los resultados son los de la figura 6, muy parecidos a los de la figura 4 pero un poco más bajos. El promedio global es ahora de 5,85 TW, lo que significa que la parte dispersa de la energía del agua de escorrentía supone un 16% del total (la estima me parece razonable). El 84% restante, ahora sí, es energía hidráulica propiamente dicha: energía que se disipará en cauces de ríos salvo que hagamos algo para impedirlo. Y, en principio, aquí sí podemos hacer algo: captarla mediante centrales hidroeléctricas.  
Figura 6. Dónde se origina el potencial hidráulico teórico (kW/km2) 

Una aclaración sobre el mapa de la figura 6: los colores señalan las zonas donde se origina la escorrentía portadora de energía hidráulica, pero el lugar de aprovechamiento puede estar en lugares muy alejados del origen. La presa de Asuán, en pleno desierto, convierte parte de la energía potencial que traen de las aguas del Nilo desde las tierras altas de Uganda, Etiopía y Sudán del Sur.

Pues bien, tenemos 5,85 TW de potencia continua equivalente en energía hidráulica. Ese es, al menos según mis cálculos, el potencial hidráulico teórico global. Pero se trata de un potencial teórico: en la práctica es imposible aprovecharlo al 100%. Veámoslo:
  • No es realista suponer que podemos utilizar todo el recorrido de todos los ríos para captar energía hidráulica. En muchos lugares no habrá ubicaciones propicias para construir presas, o serán demasiado remotas, o no compensará inundar determinados territorios o destruir determinados sistemas fluviales, etc. Estimo que, por consideraciones prácticas, hay un 50% de la altura efectiva que no se puede llegar a aprovechar.
  • No es realista suponer que podemos utilizar todo el caudal de los ríos. El caudal varía en el tiempo y en ocasiones la diferencia entre las grandes crecidas y los caudales normales puede ser muy grande. No es práctico dimensionar los embalses o las centrales para regular o turbinar todo el rango de caudales posibles por lo que durante los episodios que superen cierta magnitud, parte del caudal se dejará pasar sin ser aprovechado. Estos episodios de caudales grandes, aunque esporádicos, concentran una buena parte de la aportación total. Estimo que el 50% de la energía hidráulica que discurre por tramos con aprovechamiento hidroeléctrico se pierde por esta causa.
  • Como toda transformación energética, la generación hidroeléctrica tiene una pérdida. En este caso, los rendimientos son altos y creo que es razonable suponer que la pérdida es de sólo un 10%.
Juntando todo esto, mi estima para el potencial hidroeléctrico global es de 0,5·0,5·0,9·5,85 = 1,32 TW de potencia continua equivalente. Esto da para cubrir más o menos la mitad de la generación total de electricidad al nivel de 2012 o, aproximadamente el 10% de la producción global de energía primaria de ese año. La generación hidroeléctrica en 2012 fue de 0,42 TW, es decir, que ya estamos aprovechando el 31,5% del potencial. Así que de acuerdo, quedan por ahí muchos ríos de los que poder sacar energía, pero me parece que por mucho que nos empeñemos esa energía no va a ser suficiente para cambiar sustancialmente el panorama. Y con las pérdidas medioambientales irrecuperables que origina, no sé yo si merece la pena empujar mucho por esa vía... 

Detalles metodológicos, también por si acaso:
  • La asignación de valores de escorrentía de la rejilla de 0,5º a puntos de la rejilla de 0,25º del mapa de altitud se ha hecho por vecino más próximo. Dada la estructura de las dos rejillas (se puede consultar en las fuentes), cada celda de 0,5º está embaldosada por 4 celdas contiguas de la rejilla de 0,25º, por lo que esta asignación es perfectamente adecuada.
  • Para promediar o agregar los datos de rejilla en valores globales se considera que cada dato representa una superficie de (10.000/90)^2·p^2·cos(lat) km2, donde p es el paso de malla en grados geográficos y lat es la latitud del punto. Un punto en el ecuador representa una superficie de 771,6 km2. Uno en el paralelo 72 representa 238,4. La superficie total de las tierras emergidas consideradas (se excluye la Antártida y los territorios árticos por encima del paralelo 72ºN) es de 130 millones de km2
  • El mar Caspio tiene altitud negativa, como se ve en la figura 3. Por simplicidad en los cálculos, he asimilado a 0 las altitudes negativas. Esto resta potencial hidroeléctrico a la cuenca del Volga y los otros ríos que vierten al mar Caspio, pero el impacto global es muy pequeño.
  • El factor de conversión de escorrentía (mm/año)·altitud (m) en potencia continua equivalente por unidad de área (kW/km2) viene de aquí:
1mm/año·1m x 1000m3/(mm·km2) x 1000kg/m3 x 9.8N/kg x 1J/(1N·m) x 1año/365d x 1d/86400s x 1kW·s/1000J = 0,0003108 kW/km2
  • Los dos factores de reducción del 50% para el potencial teórico no son independientes aunque se han presentado como tales por claridad expositiva. En general, cuanto más regulamos una cuenca mediante embalses, más altura efectiva aprovechamos y más fracción de caudal puede ser aprovechada. Los valores son discutibles, pero un factor de reducción de 0.25 por razones prácticas me parece razonable.
Fuentes:

Los datos sobre estadística de producción de energía se han tomado de la U.S Energy Information Administration International Energy Statistics y se refieren a 2012, que es el último año con datos actualizados en el momento de consultarlo (27-01-2015)

Los datos temáticos sobre agua del World Water Assessment Programme están aquí

Los datos de altitud de TEMIS se pueden obtener aquí