miércoles, 1 de julio de 2015

Naciones Unidas, el clima y las teorías de la conspiración

Hace unas semanas, Maurice Newman, uno de los principales asesores del primer ministro de Australia (su cargo es "chairman of the Prime Minister's Business Advisory Council") se descolgó con la declaración de que el cambio climático es un ardid de Naciones Unidas para establecer un nuevo orden mundial bajo su control. "Es un secreto bien guardado, pero el 95% de los modelos climáticos que se nos dice que prueban la relación entre las emisiones de CO2 de origen humano y un calentamiento global catastrófico se han mostrado, después de dos décadas de temperaturas estables, erróneos.[...] El verdadero objetivo [de Naciones Unidas] es la concentración de poder político, el calentamiento global es el gancho". (Mi traducción)

Bueno, estando en un puesto como el que está, se supone que las cosas que dice este señor deben tomarse en serio. De hecho no me consta que haya sido relevado de su cargo después de estas declaraciones, así que podemos suponer que al menos alguien tan importante como el primer ministro de Australia se las toma en serio. Y, claro, declaraciones como las anteriores cuando se toman en serio no son como para quedarse tan tranquilo. Así que yo voy a darle unas vueltas a lo que creemos que sabemos sobre el cambio climático para intentar entender por dónde van los tiros de esta supuesta conspiración mundial.

1. La concentración de CO2 en la atmósfera no ha parado de subir desde hace por lo menos 60 años
La referencia mundial para el seguimiento de la concentración de CO2 atmosférico es el observatorio de Mauna Loa, en Hawaii. El gráfico siguiente muestra la evolución continuamente creciente de la concentración de CO2 medida en dicho observatorio desde 1958.
Bueno, pudiera ser que estos datos no fueran reales sino fabricados como parte de la conspiración de la ONU. Pero el observatorio de Mauna Loa depende de la NOAA, una agencia del gobierno federal de los Estados Unidos, así que tendríamos que suponer que, o bien la conspiración está infiltrada en el gobierno de los USA o dicho gobierno está también detrás de ella. Y no sólo desde que hay un supuestamente eco-progre ciertamente afro-americano habitando la Casa Blanca sino desde mucho antes. Por otra parte, las observaciones de Mauna Loa son consistentes con otras muchas realizadas por otras muchas instituciones y con otros muchos indicios indirectos (como la acidificación de los océanos). ¡La conspiración, entonces, está mucho más extendida de lo que se imagina el Sr. Newman!¡Quizás es ya imparable!

O no, tal vez el aumento de la concentración de CO2 es real y no es este el nivel en el que el señor Newman aprecia una conspiración. Sigamos pues.

2. El origen del aumento de CO2 atmosférico somos nosotros
Cuánto CO2 se emite a la atmósfera cuando quemamos un litro de gasolina, o un metro cúbico de gas natural o una tonelada de carbón son cantidades que se pueden establecer sin ambigüedades gracias a la estequiometría, que en Química es una forma de decir "habas contadas". Las cantidades de petróleo, gas y carbón que consumimos son también conocidas con suficiente precisión como para poder estimar de forma consistente cuánto CO2 emitimos a la atmósfera por los usos energéticos de los combustibles fósiles. El gráfico siguiente, elaborado con datos del recién publicado BP Statistical Review of Worl Energy 2015, muestra la evolución desde 1965 hasta 2014 desglosada en algunos países o grupos de países que me parecen significativos.
Si nos fijamos en el dato global, el ritmo de emisiones de CO2 ha evolucionado desde unas 12 Gt/año en 1965 hasta más de 35 en 2014. Acumuladas, las emisiones desde 1965 suman 1140 Gt, es decir 1,14 billones (de los nuestros) de toneladas. Esta cantidad fabulosa hay que ponerla en relación con otra no menos fabulosa: la masa total de la atmósfera. Según Wikipedia es de 5,10E+18 kg, o lo que es lo mismo, 5100 billones (de los nuestros) de toneladas. Pues bien, 1,14 billones de toneladas de CO2 diluidos en 5100 billones de toneladas de atmósfera equivalen a 224 partes por millón (ppm) en peso. Como las concentraciones de CO2 se expresan en ppm en volumen tenemos que echar mano otra vez de la estequiometría y multiplicar por 29/44 (relación entre el peso molecular aproximado del aire y el del CO2). Sale 148 ppm de CO2 en volumen. Es decir: desde 1965 hemos emitido CO2 como para elevar la concentración en la atmósfera en 148 ppm. Para justificar el aumento registrado en Mauna Loan (de 320 a 400 ppm más o menos) nos hacen falta unas 80, así que las 148 que hemos calculado dan de sobra. Por cierto que el exceso es la parte que absorben los océanos, que por eso se están acidificando.

O sea, que el origen del aumento continuado de la concentración de CO2 en la atmósfera no es ningún misterio. ¿O sí lo es? La estequiometría y los elementos de la Física que permiten calcular la masa de la atmósfera se establecieron mucho antes que la Organización de Naciones Unidas, así que los tentáculos conspiradores de dicha organización no pueden estar actuando en este nivel. En cambio, sí podrían estar alterando las estadísticas de producción de combustibles fósiles para hacernos creer que somos los responsables de unas emisiones de CO2 que no son tales. En este supuesto, Naciones Unidas tendría que estar financiando bajo cuerda a los jeques árabes para que puedan sostener el nivel de vida propio de quien está vendiendo petróleo a espuertas, lo cual suena bastante poco verosímil. Pero además hay muchas otras estadísticas y todas son bastante consistentes. Las que presento aquí, encima, las elabora y publica BP, tercera compañía del mundo en el sector del petróleo y el gas natural, una posición en la que difícilmente puede considerarse sospechosa de participar en la conspiración. Así que no, tampoco debe de ser aquí donde opera la conspiración del señor Newman.

3. El CO2 es un gas de efecto invernadero
Sé que me estoy poniendo un poco pesado con los números pero el asunto es serio, así que creo que merece la pena hacer un esfuerzo. La Tierra recibe 1367 W/m2 de energía radiante procedente del Sol (m2 de disco terrestre; hay que dividir por 4 para obtener el promedio por m2 de superficie terrestre). Si suponemos que la superficie Tierra está esencialmente en equilibrio térmico, es decir, no se calienta ni se enfría a largo plazo, entonces tiene que estar emitiendo la misma cantidad de energía radiante al espacio exterior. La ley de Stefan-Boltzmann nos dice que la temperatura de la superficie de un cuerpo que emita esa cantidad de radiación es -18ºC. Sin embargo, a todos nos consta que la superficie de la Tierra está, en la mayoría de los sitios, a unas temperaturas mucho más confortables. En promedio, unos 16ºC. A esta temperatura, la superficie de la Tierra emite más radiación de la que recibe y, en pura teoría, debería estar enfriándose rápidamente para alcanzar los -18ºC de equilibrio. La razón de que esto no sea así es conocida desde hace muchas décadas y se llama efecto invernadero. Resulta que algunos gases de la atmósfera absorben la radiación infrarroja que emite la superficie terrestre (pero no la radiación visible que llega del Sol). La radiación absorbida, en lugar de perderse en el espacio exterior, calienta la atmósfera y esta, de paso, calienta la superficie terrestre. Cuáles son los gases de efecto invernadero también es conocido desde hace tiempo, y resulta que el CO2 es el más importante después del vapor de agua.

La constante solar, la ley de Stefan-Boltzman, el efecto invernadero y la contribución del CO2 son resultados de la Física comprobados empíricamente y, en su caso, avalados por la teoría. Todos ellos se conocen desde antes de la creación de la Organización de Naciones Unidas. No me parece que el Sr. Newman esté sugiriendo que esta organización haya sido capaz de alterar los manuales de Física de modo que hagan creíble una supuesta fábula sobre la amenaza del cambio climático. Así que parece que por aquí tampoco van los tiros. 

4.  El clima se está alterando
Si el efecto invernadero natural es responsable de una diferencia de 34ºC en la superficie terrestre (de -18 a 16 grados, una diferencia que nos viene francamente bien), sería muy ingenuo suponer que se puede pasar de 320 a 400 ppm de CO2, el segundo gas de efecto invernadero más importante, sin alterar el clima de forma visible. Por eso a nadie con dos dedos de frente le sorprende que el clima esté dando ya señales claras de cambio. Las mediciones sugieren que el clima ha experimentado un calentamiento promedio de 0,8ºC respecto de los niveles preindustriales, y hay muchos otros indicios que apuntan en la misma dirección (una dirección que no nos conviene en absoluto). Uno que a mí me parece muy llamativo: en estas según Newman "dos décadas de temperaturas estables", el hielo del Ártico se ha reducido a razón de unos 300 km3 por año.



Los datos de temperatura global, de volumen de hielo en el Ártico y de otros muchos indicadores de calentamiento global están basados en observaciones meteorológicas realizadas por numerosas agencias nacionales e internacionales y en estudios realizados por equipos científicos diversos. Pero podría ser, por qué no, que las comunidades meteorológica y científica formaran parte de la conspiración. Sin embargo, estos resultados son claramente consistentes con lo dicho en los puntos 1, 2 y 3 anteriores en los que, como hemos visto, no parece haber mucho hueco para conspirar. De hecho, si el clima no estuviera dando señales de calentamiento a pesar del aumento de concentración de CO2 habría que hacer juegos malabares para intentar armar explicaciones consistentes con los fundamentos de la Física.

5. Algunas predicciones de los modelos no han sido muy acertadas
Puede ser. Desde que se empezaron a operar modelos climáticos globales ya ha pasado suficiente tiempo como para que algunas de sus previsiones se hayan podido contrastar y ¡ay! no siempre han acertado del todo. Parece que es aquí, y sólo aquí, donde se agarra el Sr. Newman para sostener su teoría de la conspiración. Pero a mí me da que en su argumento hay un error de bulto. El sistema climático es una cosa enorme y muy compleja, de manera que simular su comportamiento a largo plazo mediante modelos es una tarea muy difícil, cuyos resultados son naturalmente imperfectos (y mejorables: los modelos no paran de mejorar). Pero tal como yo lo veo la función de los modelos climáticos no es probar que hay un riesgo de cambio climático grave: eso está corroborado más que de sobra por las evidencias que he intentado resumir en los puntos 1 a 4 anteriores. Los modelos simplemente intentan generar descripciones más o menos detalladas de ese cambio climático: cuánto, dónde y en cuánto tiempo son esperables tales o cuales efectos y cómo pueden ser estos en diferentes supuestos de emisiones futuras. No son instrumentos para certificar que tenemos un problema muy serio, sino para ayudar a gestionarlo. Y como es natural, algunos lo habrán hecho mejor y otros lo habrán hecho peor (lo del 95% que dice el Newman no sé de dónde sale).

No le demos más vueltas: está claro que las declaraciones del Sr. Newman sobre la conspiración climática de Naciones Unidas son una mamarrachada. Una mamarrachada que podría estar relacionada con el hecho de que Australia es el primer exportador mundial de carbón. Una mamarrachada que además va a contracorriente en estos tiempos en los que hasta el Papa se ha posicionado a favor de actuar contra el cambio climático (en su encíclica Laudato Si). Hoy por hoy todo apunta a que en la cumbre de París, que se celebrará el próximo mes de diciembre, los gobiernos se disponen a alcanzar, aunque sea con 20 años de retraso, un acuerdo serio sobre control de emisiones. Que las voces  discordantes que salen a la luz sean mamarrachadas del calibre de esta del Sr. Newman me parece buen síntoma.

En otro orden de cosas, saber que el Sr. Newman sigue en su cargo me reporta cierta sensación, seguramente poco sana, de alivio: parece que el mío no es el único país donde los responsables institucionales pueden decir mamarrachadas de marca mayor y no ser cesados fulminantemente. Pero en fin, "mal de muchos, consuelo de tontos"...

Actualización 03-07-2015:
Al día siguiente de la publicación de este artículo, la Climate Change Authority (CCA) un comité de expertos independientes que tiene el mandato de asesorar al gobierno de Australia en políticas relacionadas con el cambio climático, ha emitido un informe en el que recomienda una reducción de emisiones (respecto de los niveles de 2000) del 30% en 2025 y del 40-60% para 2030. Sobre estos objetivos el informe dice que a) son consistentes con la ciencia del clima, b) son comparables a los de países similares, c) su diseño ha tenido en cuenta los costes de implementarlos y la distribución de dichos costes y d) los costes deben ser considerados en relación con los beneficios económicos, sociales y ambientales de evitar un cambio climático pernicioso. Según la CCA, las recomendaciones del informe constituyen un "paquete creíble para que el gobierno de Australia lleve a la cumbre de París". Bueno, pues como no podía ser de otra manera, también hay vida inteligente en Australia. Con un poco de suerte, el sentido común arrinconará a los señores newman que puedan pulular alrededor de las instituciones de gobierno de aquel país, que tendrán que resignarse a ver como su país sucumbe a la conspiración de Naciones Unidas. No es tanto como lo que hoy declara en El Mundo la ministra García Tejerina ("No queda ni rastro del escepticismo climático"), pero sí parece que el camino a París se está recorriendo cada vez más con las actitudes adecuadas.  

Fuentes:

Las declaraciones de Maurice Newman fueron recogidas y comentadas por diversos medios: BBC, The Telegraph.

Los datos de BP Statistical Review of Worl Energy 2015 están disponibles aquí.

Datos sobre la atmósfera en Wikipedia aquí

El gráfico de evolución del volumen de hielo ártico procede de la web del Polar Science Center