Hace unos días, Diego Comin publicó en el blog Nada es Gratis un artículo titulado Una de Ciencia Ficción en el que propone algunas fórmulas más o menos imaginativas que podrían ayudar a España a salir del atolladero económico en el que se encuentra. Pero el autor comienza el artículo caracterizando el problema según su punto de vista. Y según este punto de vista, "La economía española tiene muchos problemas [...]. Pero hay uno del que se habla poco y a mi modo de ver es quizás el más importante por las consecuencias a corto y largo plazo: el bajo ritmo de crecimiento de la productividad". No es la primera vez que el autor señala la baja productividad (es decir, una relación baja entre producción y horas trabajadas) como uno de nuestros principales lastres económicos. En mayo del año pasado dedicó un artículo entero a este tema en el mismo blog, con el título La productividad es muy importante pero la gente no la encuentra sexy. Las dos citas siguientes son del mencionado artículo:
"[Sobre la economía española] lo que me preocupa de verdad y nadie menciona es la productividad"
"En el contexto español, de todas las losas que están ahogando la economía española, la baja productividad es la más pesada".
Salvando las enormes distancias (el Sr. Comin, entre otros méritos, es profesor en la Harvard Business School y yo no soy más que un curioso que picotea de aquí y de allá), creo que entre Diego Comin y yo hay un par de puntos en común. El primero es que ambos creemos que aunque se habla mucho de los problemas de la economía española, apenas se habla del que nos parece más importante. Si bien es cierto que a él le parece que este es uno, la baja productividad, y a mí me parece que es otro, la carestía energética. Con todo, es a partir de esta aparente discrepancia donde yo veo que nuestros puntos de vista se vuelven a encontrar.
Intentaré explicarme. Supongamos que, efectivamente, el problema mayor de nuestra economía es la baja productividad, o el bajo ritmo de crecimiento de la productividad. Esto quiere decir que en el caso de que nuestra productividad hubiera crecido a buen ritmo, la economía española estaría en una situación mucho mejor que la de ahora. Desde mi punto de vista, una situación mucho mejor que la de ahora sólo tiene sentido si supone una tasa de paro muy por debajo de los niveles terroríficos actuales. Así que esa situación mucho mejor que la de ahora implica dos cosas: muchas más personas trabajando y cada una de ellas produciendo más. La combinación de ambos factores implica directamente una producción total (un PIB) mucho mayor que la actual.
El problema surge de que para mantener un PIB mucho más alto es necesario utilizar mucha más energía, o, alternativamente, reducir drásticamente la intensidad energética del PIB (la cantidad de energía necesaria por unidad de producción). Esta segunda opción implicaría cambios muy profundos en nuestro sistema productivo y en nuestros patrones de consumo, cambios que van bastante más allá del desarrollo de la cocina molecular, de la penetración de la moda española en el mercado chino o del resto de propuestas del artículo del Sr. Comin. La primera opción, utilizar más energía, es la más evidente y directa pero choca con un impedimento difícil de salvar: hoy por hoy hay muy poco margen para incrementar el suministro global de energía, lo que se traduce en unos precios muy elevados para este recurso.
Trataré de ilustrar esto con unos números sencillos. Según el artículo del Sr. Comin, en los años de expansión (2000 - 2007) la productividad de la economía española creció a un ritmo de 0,85% anual a diferencia de la de Estados Unidos de América, que creció a un ritmo del 1,9% (algo más de 1 punto porcentual por encima de la de España). Imaginemos un escenario en el que la economía española no tiene problemas con la productividad y tomemos como referencia ese 1,9% de Estados Unidos. Entonces, a comienzo de 2008 la productividad de la economía española sería más o menos un 7,6% mayor en el escenario imaginario que en la realidad. Para los 5 años de crisis que llevamos, 2008-2012, el Sr. Comin no nos da referencias tan claras pero me parece plausible suponer que la diferencia sigue aumentando a cierto ritmo: digamos que a comienzo de 2013 la productividad en el escenario imaginario sea un 10% mayor que la productividad real.
Seguimos: en el escenario imaginario la economía española estaría libre de su problema más importante, así que es de suponer que la crisis estaría haciendo muchos menos estragos. En concreto, es de suponer que la tasa de desempleo sería mucho más baja que la real, que está por encima del 25%. ¿Qué tal un 15%?. Ojo, no pretendo que la crisis no pase factura en el escenario imaginario: el 15% es el doble de la tasa de paro al inicio de la crisis. Pero el efecto de quitarse de encima la losa más pesada se tiene que notar, así que ¡qué menos que un 15% de paro en lugar del pavoroso 25% actual! Pues bien, con esta tasa de paro, en el escenario imaginario hay un 13,3% más de personas trabajando que en la realidad. Juntando todo tenemos un 13,3% más de personas trabajando con una productividad un 10% mayor. A no ser que trabajen menos horas, lo que tenemos es un 25% más de producción total. Y a no ser que la intensidad energética del PIB haya cambiado mucho, esto se traduce en un 25% más de consumo de energía. ¿De donde sacamos este 25% de energía adicional?.
En definitiva: si la productividad es un problema tan importante para la economía española, entonces la energía es un problema tanto o más serio. El gráfico siguiente muestra la producción y el consumo de energía primaria en España en 2011. Como se ve, nuestra economía es claramente deficitaria en energía (en 2011 importamos un 76% de la energía primaria que consumimos). Y a poco que se le dé vueltas, se ve que conseguir cualquier incremento significativo de nuestro consumo de energía (y un 25% es un incremento muy significativo) pasa por importar más petróleo y gas natural, que están a precios prohibitivos, o por hacer cambios muy profundos y costosos en nuestro sistema energético o en nuestros patrones de consumo.
Producción y consumo de energía primaria en España, año 2011 (Fuente: BP 2012)
El defecto, o la virtud, del análisis de Diego Comin es que prescinde de posibles limitaciones en la disponibilidad de energía primaria. Lo podemos adscribir, por tanto, a la corriente del terraplanismo económico, que tiende a ver la economía como un sistema autónomo, libre de cualquier condición de contorno que el medio físico pueda imponerle. La virtud de los análisis terraplanistas reside en que suponen que la senda del crecimiento que nos permitirá seguir siendo más numerosos y más ricos indefinidamente existe e intentan localizarla. El defecto radica en que a lo peor las cosas no son así, y en tal caso, no sólo no nos van a ayudar a salir de esta crisis, sino que probablemente contribuyan a empeorar las cosas.
Fuentes:
Artículos citados de Diego Comin en Nada es Gratis:
Una de Ciencia Ficción
La productividad es muy importante pero la gente no la encuentra sexy
BP 2012: BP Statistical Review of World energy 2012, en:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481
"[Sobre la economía española] lo que me preocupa de verdad y nadie menciona es la productividad"
"En el contexto español, de todas las losas que están ahogando la economía española, la baja productividad es la más pesada".
Salvando las enormes distancias (el Sr. Comin, entre otros méritos, es profesor en la Harvard Business School y yo no soy más que un curioso que picotea de aquí y de allá), creo que entre Diego Comin y yo hay un par de puntos en común. El primero es que ambos creemos que aunque se habla mucho de los problemas de la economía española, apenas se habla del que nos parece más importante. Si bien es cierto que a él le parece que este es uno, la baja productividad, y a mí me parece que es otro, la carestía energética. Con todo, es a partir de esta aparente discrepancia donde yo veo que nuestros puntos de vista se vuelven a encontrar.
Intentaré explicarme. Supongamos que, efectivamente, el problema mayor de nuestra economía es la baja productividad, o el bajo ritmo de crecimiento de la productividad. Esto quiere decir que en el caso de que nuestra productividad hubiera crecido a buen ritmo, la economía española estaría en una situación mucho mejor que la de ahora. Desde mi punto de vista, una situación mucho mejor que la de ahora sólo tiene sentido si supone una tasa de paro muy por debajo de los niveles terroríficos actuales. Así que esa situación mucho mejor que la de ahora implica dos cosas: muchas más personas trabajando y cada una de ellas produciendo más. La combinación de ambos factores implica directamente una producción total (un PIB) mucho mayor que la actual.
El problema surge de que para mantener un PIB mucho más alto es necesario utilizar mucha más energía, o, alternativamente, reducir drásticamente la intensidad energética del PIB (la cantidad de energía necesaria por unidad de producción). Esta segunda opción implicaría cambios muy profundos en nuestro sistema productivo y en nuestros patrones de consumo, cambios que van bastante más allá del desarrollo de la cocina molecular, de la penetración de la moda española en el mercado chino o del resto de propuestas del artículo del Sr. Comin. La primera opción, utilizar más energía, es la más evidente y directa pero choca con un impedimento difícil de salvar: hoy por hoy hay muy poco margen para incrementar el suministro global de energía, lo que se traduce en unos precios muy elevados para este recurso.
Trataré de ilustrar esto con unos números sencillos. Según el artículo del Sr. Comin, en los años de expansión (2000 - 2007) la productividad de la economía española creció a un ritmo de 0,85% anual a diferencia de la de Estados Unidos de América, que creció a un ritmo del 1,9% (algo más de 1 punto porcentual por encima de la de España). Imaginemos un escenario en el que la economía española no tiene problemas con la productividad y tomemos como referencia ese 1,9% de Estados Unidos. Entonces, a comienzo de 2008 la productividad de la economía española sería más o menos un 7,6% mayor en el escenario imaginario que en la realidad. Para los 5 años de crisis que llevamos, 2008-2012, el Sr. Comin no nos da referencias tan claras pero me parece plausible suponer que la diferencia sigue aumentando a cierto ritmo: digamos que a comienzo de 2013 la productividad en el escenario imaginario sea un 10% mayor que la productividad real.
Seguimos: en el escenario imaginario la economía española estaría libre de su problema más importante, así que es de suponer que la crisis estaría haciendo muchos menos estragos. En concreto, es de suponer que la tasa de desempleo sería mucho más baja que la real, que está por encima del 25%. ¿Qué tal un 15%?. Ojo, no pretendo que la crisis no pase factura en el escenario imaginario: el 15% es el doble de la tasa de paro al inicio de la crisis. Pero el efecto de quitarse de encima la losa más pesada se tiene que notar, así que ¡qué menos que un 15% de paro en lugar del pavoroso 25% actual! Pues bien, con esta tasa de paro, en el escenario imaginario hay un 13,3% más de personas trabajando que en la realidad. Juntando todo tenemos un 13,3% más de personas trabajando con una productividad un 10% mayor. A no ser que trabajen menos horas, lo que tenemos es un 25% más de producción total. Y a no ser que la intensidad energética del PIB haya cambiado mucho, esto se traduce en un 25% más de consumo de energía. ¿De donde sacamos este 25% de energía adicional?.
Producción y consumo de energía primaria en España, año 2011 (Fuente: BP 2012)
El defecto, o la virtud, del análisis de Diego Comin es que prescinde de posibles limitaciones en la disponibilidad de energía primaria. Lo podemos adscribir, por tanto, a la corriente del terraplanismo económico, que tiende a ver la economía como un sistema autónomo, libre de cualquier condición de contorno que el medio físico pueda imponerle. La virtud de los análisis terraplanistas reside en que suponen que la senda del crecimiento que nos permitirá seguir siendo más numerosos y más ricos indefinidamente existe e intentan localizarla. El defecto radica en que a lo peor las cosas no son así, y en tal caso, no sólo no nos van a ayudar a salir de esta crisis, sino que probablemente contribuyan a empeorar las cosas.
Fuentes:
Artículos citados de Diego Comin en Nada es Gratis:
Una de Ciencia Ficción
La productividad es muy importante pero la gente no la encuentra sexy
BP 2012: BP Statistical Review of World energy 2012, en:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481
Gracias, Luis. Una "preguntita"... ¿dónde puedo encontrar una definición canónica y aceptada de productividad? Todos tenemos una idea general de qué es, pero ¿cómo la definen los economistas (esos científicos)?
ResponderEliminarGracias a ti, apm.
EliminarEn cuanto a tu pregunta, no creo ser el más adecuado para responderte. Aun así opino que seguramente no existe esa definición canónica por la que preguntas. El propio Diego Comin dice en el artículo que comento: "Dependiendo de como se mida la productividad durante el periodo 2000-2007, o prácticamente no ha crecido o ha caído. Tomemos el producto por hora trabajada. Durante el periodo 2000-2007 creció a una tasa anual del .85% [...]". Así que parece que la productividad se puede medir de varias formas y una, con la que yo me he quedado, es el producto por hora trabajada, que me parece una medida bastante clara y que sirve para el razonamiento que quería hacer.
Para contrastarla, he hecho algunos cálculos con los datos del INE. Para "producto" considero la serie de volumen encadenado de PIB (no el PIB a precios corrientes: los euros de 2000 y los de 2007 no son directamente comparables). Para "horas" las horas trabajadas totales. El resultado que obtengo es que entre 2000 y 2007 la productividad medida como PIB por hora trabajada creció a una tasa media de 0,9%, que me parece suficientemente próxima al 0,85 % de Diego Comin como para asumir que estamos hablando de lo mismo.
Magnífica reflexión Luis,
ResponderEliminarEn mi opinión hay mucho terraplanismo en la política de empleo y de economía de nuestro gobierno. El sábado leía en El País las reflexiones del antiguo gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, sobre la crisis de Bankia y los errores cometidos por el Ministro Guindos. Cuando se fusionaron varias entidades, se aplicó una política de austeridad y se esperaba que la economía creciera (eso se preveía)un poquito; la economía se contrajo.
Al Gobierno no le preocupaba generar paro, en algún momento el sistema tocaría fondo y remontaríamos con costes laborales bien rebajados; sin embargo el paro cuesta mantenerlo al resto de los españoles, además los parados no son como un coche que se mete en el garaje a la espera de ser necesitado, aunque consuman menos, las personas en paro consumen energía, sin producir para cubrir su coste.
Parece ser que esta segunda y profunda crisis contractiva de la economía no estaba en la agenda de ningún experto analista, lo cual me lleva a pensar que ha sido inducida por estas medidas terraplanistas. Para hacer un símil energético estamos dosificando la leña que nos queda en la leñera de forma drástica para no morirnos de frío, cada vez tenemos más frío ¿por qué no abrimos el sendero para ir a buscar la leña?
Gestión_forestal, gracias por tu comentario elogioso. Me hace gracia que hayas adoptado el término "terraplanismo" con tanta naturalidad.
EliminarCoincido contigo en que nuestros responsables políticos parecen cegados por la necesidad de contar con un futuro próximo de nuevo crecimiento. Por otra parte, parece que atribuyes la prolongación de la crisis a las políticas de austeridad y estas a esa ceguera terraplanista. Sin embargo, la única alternativa a la austeridad que yo veo que se plantea con cierta seriedad es la política expansiva de tipo neokeynesiano y esta a mí también me parece de raíz profundamente terraplanista. Así lo he manifestado en este blog comentando algunos artículos de Paul Krugman.