viernes, 7 de diciembre de 2012

Manzanas, peras y petróleo

Hace unos pocos días el Eurogrupo autorizó el desembolso de casi 37.000 millones de euros para "rescatar" la banca nacionalizada española. Es una enorme inyección de dinero: tocamos a unos 800 euros por español, que no está nada mal. Se supone que nos hace falta para sanear nuestro maltrecho sistema financiero. Pero ojo, no es ningún regalo, es un préstamo: aunque las condiciones son, nos dicen, muy favorables, tendremos que devolver hasta el último céntimo.

Ahora voy a proponer un ejercicio de imaginación. Supongamos un mundo imaginario, el mundo A, en el que nuestra banca nacionalizada no recibe esos 37.000 millones del Eurogrupo pero, en cambio, nuestra economía recibe por la vía que sea una inyección de 30.000 millones de euros contantes y sonantes que, además, no tenemos que devolver: son nuestros desde el momento que llegan. Podría ser, por ejemplo, que nuestras exportaciones son más apreciadas por ahí fuera y nos las pagan a un precio sustancialmente mayor. Hagámoslo más bonito aún: en el mundo A nuestra economía viene recibiendo inyecciones como la de este año desde 2005; las cuantías son variables pero hasta 2011 suman 150.000 millones. Además, está previsto que las siga recibiendo en los próximos años. El resto de circunstancias que condicionan nuestra economía, en cambio, son iguales en el mundo A y en la realidad: el mercado laboral es igual de adecuado o inadecuado, el sistema monetario es igual de adecuado o inadecuado, la organización administrativa del estado es igual de adecuada o inadecuada, etc¿Cómo sería la crisis en el mundo A?¿Necesitaríamos un rescate bancario?¿A cuánto ascendería el déficit público?¿Y la deuda privada?¿En qué nivel estaría la prima de riesgo?¿Estaríamos hablando de subidas de impuestos, de recortes en pensiones, del euro por receta?¿Cuánto paro tendríamos? Sean cuales sean las respuestas concretas, sin duda el panorama sería muchísimo más halagüeño que el que por desgracia tenemos en el mundo real.

Imaginemos ahora otro mundo más, el mundo B. Como en el mundo A y como en la realidad, en el mundo B nuestra economía sufre las mismas supuestas inadecuaciones del mercado laboral, el sistema monetario, etc. Como en el mundo A pero a diferencia de la realidad, en el mundo B tampoco recibimos el préstamo de 37.000 millones para ayudar al sistema bancario. En cambio, en el mundo B el petróleo, en lugar de haber disparado su precio a partir de 2004, se ha mantenido a un precio más o menos constante (en términos reales) desde el comienzo de los años 2000, es decir: unos 30 dólares por barril (dólares de 2011). Recordemos que en el mundo real en 2008 se superaron los 100 dólares por barril y después de fuertes altibajos en 2009 y 2010 (pero siempre bastante por encima de los 30 dólares), seguimos claramente por encima de 100.

Para hacernos una idea de cómo sería el mundo B pensemos que nuestra economía consume alrededor de 1,5 millones de barriles diarios, que vienen a ser 550 millones de barriles anuales (tocamos a 12 barriles de petróleo al año cada uno, no está mal), y tengamos en cuenta que ese petróleo tiene que ser importado porque aquí apenas tenemos. Con esto y unos números sencillos se puede comprobar que el mundo imaginario B es completamente equivalente al mundo imaginario A. En el mundo B la inyección económica viene en forma de ahorro en la factura del petróleo. Para ilustrarlo, ahí va el gráfico siguiente.


Gráfico 1. Consumo de petróleo de la economía española en miles de barriles diarios, precio del petróleo (dólares 2011) y sobrecoste de las importaciones de petróleo respecto a un escenario de 31 dólares por barril en millones de euros. El precio se ha multiplicado por 10 para adecuarlo a la escala del eje.

El petróleo no es un producto cualquiera. Por el contrario, es central en nuestra economía (y en cualquier economía desarrollada): proporciona el 50% de la energía primaria que se consume en España y es esencial para el transporte de mercancías y personas, para el funcionamiento de la maquinaria agrícola y de obra civil y para muchos y variados procesos industriales. Siempre que nuestra economía recorre la senda del crecimiento, el consumo de petróleo crece. 

Si sube mucho el precio de las manzanas, dejaremos de comprar tantas manzanas y comeremos más peras. Esto es así porque las manzanas sí son un producto cualquiera (con todos mis respetos para los productores de manzanas): es sencillo organizarse para reducir su consumo. Los economistas dirían que la demanda de manzanas es elástica. Con el petróleo las cosas son distintas: los economistas dirían que la demanda de petróleo es inelástica. Yo lo diré de otra manera: si sube mucho el precio del petróleo, nos endeudaremos todo lo que nos dejen para seguir consumiendo tanto petróleo como demande la economía (eso hicimos entre 2004 y 2007) y, cuando ya no nos den más crédito, nos resignaremos a consumir menos petróleo y aceptar la consiguiente recesión económica (así viene siendo desde 2008). Y esto sea como sea el mercado de trabajo, el sistema monetario, el tamaño de la administración pública, etc., etc., etc.

Fuentes:

Los datos de precio y consumo de petróleo en España se han extraído de BP Statistical Review of World Energy 2012 que se puede obtener en:
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481
 






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