Margaret Thatcher es, sin duda, uno de los personajes más relevantes de la historia política del último cuarto del siglo XX, y también uno de los más controvertidos. Con su reciente fallecimiento han proliferado declaraciones y artículos de opinión sobre su figura y es curioso comprobar como, por lo general, no hay medias tintas: partidarios entusiastas y detractores acérrimos se reparten a partes iguales. Esto es así especialmente cuando se trata su política económica, eso que se dio en llamar "thatcherismo", una política decididamente liberal en el sentido de adelgazar el estado y reducir en todo lo posible su intervención en la economía. Los partidarios ven en el thatcherismo la receta infalible de la prosperidad, la que adquirió en Reino Unido gracias al gobierno de Margaret Thatcher y también la que podría alcanzar cualquier sociedad que aplicara esas políticas. Los detractores, en cambio, la consideran la raíz de todos los males, generadora de injusticia social y acicate para la especulación financiera, esa que, en última instancia, habría desencadenado la actual crisis de deuda.
Lo que propongo aquí es un modesto análisis sobre la tesis que relaciona la política económica de Margaret Thatcher con la prosperidad en el Reino Unido. Tengo que advertir desde ya que el análisis se basa más en datos que en argumentos. Me mueve seguramente cierto afán de originalidad: los argumentos predominan claramente sobre los datos en lo que yo he leído al respecto. Supongo que también es un intento de evitar meterme en demasiados berenjenales. Allá voy.
Para bien o para mal, la magnitud que por sí sola se considera más relevante para medir el desempeño de una economía es el crecimiento económico. No hay más que oír a nuestros líderes actuales prometer y prometer la vuelta a una senda del crecimiento que no se acaba de materializar ni, salvo que uno ponga mucha buena voluntad, siquiera vislumbrar. Así pues, si las políticas de Margaret Thatcher promovieron la prosperidad en el Reino Unido, me parece lícito esperar señales de mayor crecimiento económico asociadas a su mandato. Para intentar encontrar tales señales he elaborado el gráfico siguiente.
Los datos de crecimiento económico con los que se han elaborado los gráficos se han obtenido de la base de datos del Banco Mundial disponible en:
Lo que propongo aquí es un modesto análisis sobre la tesis que relaciona la política económica de Margaret Thatcher con la prosperidad en el Reino Unido. Tengo que advertir desde ya que el análisis se basa más en datos que en argumentos. Me mueve seguramente cierto afán de originalidad: los argumentos predominan claramente sobre los datos en lo que yo he leído al respecto. Supongo que también es un intento de evitar meterme en demasiados berenjenales. Allá voy.
Para bien o para mal, la magnitud que por sí sola se considera más relevante para medir el desempeño de una economía es el crecimiento económico. No hay más que oír a nuestros líderes actuales prometer y prometer la vuelta a una senda del crecimiento que no se acaba de materializar ni, salvo que uno ponga mucha buena voluntad, siquiera vislumbrar. Así pues, si las políticas de Margaret Thatcher promovieron la prosperidad en el Reino Unido, me parece lícito esperar señales de mayor crecimiento económico asociadas a su mandato. Para intentar encontrar tales señales he elaborado el gráfico siguiente.
Gráfico 1. Reino Unido: crecimiento anual del PIB en %, 1970 - 2011. Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre).
Pues bien, a primera vista no se aprecia ninguna tendencia especial a un mayor crecimiento durante los años del thatcherismo. El promedio de los crecimientos anuales en los años de Margaret Thatcher es de 2,32% mientras que en el resto de años para los que presento datos es de 2,35%: la diferencia es insignificante (he contado el año 1979 en ambos promedios, por eso de que sólo es "año de Thatcher" a partir de mayo). En 7 de los 42 años del conjunto, es decir, 1 de cada 6, hay decrecimiento. Dos de esos años de crecimiento negativo se cuentan entre los casi 12 del mandato de Thatcher, manteniendo graciosamente la misma proporción de 1 a 6. Aunque en esto ultimo los partidarios podrían alegar, con razón, que los crecimientos negativos de 1980 y 1981 no son atribuibles a las políticas del gobierno de Thatcher, que no podían haber dado fruto todavía. Pero en tal caso, podrían replicar los detractores, el crecimiento negativo de 1991 y el casi nulo de 1990 y 1992 sí habría que atribuirlos a esas políticas.
De momento los datos no parecen indicar ninguna relación entre thatcherismo y prosperidad. Pero tal vez no estamos siendo del todo justos. Por ejemplo: debido a la fuerte subida del precio del petróleo en 1979, los años 1980 y 1981 son años de recesión en casi todo el mundo. (Me permito un inciso: sí, las subidas del precio del petróleo causan recesiones. Los años 1974 y 1975 también fueron malos en general por la subida del precio del petróleo de 1973). A lo mejor es mucho pedir que una política económica propicie el crecimiento incluso cuando el resto del mundo está en recesión. Tal vez sea más ilustrativo evaluar el desempeño de la economía británica en términos comparativos: ¿hay signos de que las políticas de Thatcher propiciaron un mayor crecimiento en en el Reino Unido que en otras economías del entorno?.
El gráfico 2 es similar al anterior pero no muestra el crecimiento anual de la economía del Reino Unido sino la diferencia entre este y el crecimiento combinado de las economías de Alemania, Francia e Italia. Estas son, junto con la del Reino Unido, las economías más grandes de Europa Occidental y, por tanto, me parecen rivales a medida.
Gráfico 2. Diferencial de crecimiento anual de PIB (%) entre el Reino Unido y las economías combinadas de Alemania, Francia e Italia. Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre).
Veamos que nos dice el gráfico 2. Entre 1971 y 1981 la economía del Reino Unido iba bastante por detrás de las de sus contrapartes continentales y claramente sufrió más que estas en las recesiones de 1974-75 y 1980-81. Los partidarios pueden atribuir el mal desempeño comparativo de todos estos 11 años a las políticas económicas previas, incluso teniendo en cuenta que Margaret Thatcher se mudó al 10 de Downing Street en mayo de 1979. El panorama cambia a partir de 1982: el Reino Unido encadena 7 años consecutivos de crecimiento por encima de lo que se podía considerar normal en el núcleo de Europa. Los partidarios podrán atribuir el éxito de estos años a las políticas de Thatcher pero entonces tendrán que explicar qué pasó entre 1989 y 1992, años de recesión general pero en los que la economía británica sufrió mucho más que las otras. ¡Estamos igual de mal que antes de Thatcher!, podrán replicar los detractores, ¡hemos hecho un pan con unas tortas!. En efecto, si integramos los diferenciales de crecimiento de los 12 años de mandato de Thatcher, el resultado es ligeramente negativo.
Es a partir de 1993 cuando la economía británica cobra realmente impulso y se desmarca, en términos de crecimiento, de las economías de Alemania, Francia e Italia. Hasta 2005 se suceden 13 años consecutivos con crecimiento claramente superior al de esas otras economías europeas. Cuando llega la última gran crisis, en 2008, la economía británica mantiene el tipo y es capaz de no contraerse más que las otras economías europeas fuertes, contrariamente a lo que había sucedido en las recesiones anteriores. Aquí los partidarios querrán apuntarse el éxito, atribuyéndolo a las reformas impulsadas por Thatcher, que seguirían vigentes, incluso tras la entrada de los laboristas en el gobierno a partir de 1997. Los detractores podrán replicar, en cambio, que hizo falta que Margaret Thatcher renunciara para salir del callejón sin salida en el que había colocado a la economía británica a comienzos de la década de 1990.
Así que, hasta aquí, el caso no está claro. No sé si para poner un poco de luz o para liar más las cosas voy a añadir otro ingrediente a la cuestión. La historia es esta: en 1975 Shell Oil y BP iniciaron la explotación de los yacimientos petrolíferos gigantes del Mar del Norte, descubiertos cinco años antes. Como consecuencia, la producción de petróleo del Reino Unido se disparó hasta el punto de que en 1980, con casi 1,7 millones de barriles diarios, superó por primera vez al consumo interior. A partir de ese momento, el Reino Unido se convertiría en exportador de petróleo. Mantuvo esa posición hasta 2005, año en el que la producción cayó de nuevo por debajo de los 1,7 millones de barriles debido al declive natural de los yacimientos. (No me resisto a hacer otro inciso: sí, los yacimientos de petróleo tienden a agotarse a medida que se explotan).
En los años buenos de producción de petróleo, las exportaciones rondaron el millón de barriles diarios. Los años buenos fueron casi todos menos los que van de 1989 a 1992, en los que la producción fue bastante más baja y apenas superó el consumo interno. Y aquí es donde esta historia engarza en el análisis: incidentalmente, los años buenos son casi los mismos que los años en los que la economía británica creció por encima de sus referentes continentales. Lo intento ilustrar con el gráfico 3 siguiente. Este es una versión del gráfico 2 en el que incorporo, en la escala de la derecha, el balance anual entre producción y consumo de petróleo en el Reino Unido. La relación entre crecimiento comparativo y balance de petróleo no es perfecta, pero sí, creo, suficientemente aparente como para tenerla en cuenta.
Gráfico 3. Diferencial de crecimiento anual de PIB entre el Reino Unido y las economías combinadas de Alemania, Francia e Italia (%, escala de la izquierda) y balance entre producción y consumo de petróleo en el Reino Unido (miles de barriles diarios, escala de la derecha). Se señalan en color verde los años del mandato de Margaret Thatcher: 1979 (desde mayo) a 1990 (hasta noviembre).
En este punto el lector tal vez se pregunte si tratar de relacionar las exportaciones de petróleo con la prosperidad económica del Reino Unido no es ir demasiado lejos. Y es posible que tenga razón, pero a la vista de los datos no me parece tan lejos como tratar de relacionar la política de Margaret Thatcher con la prosperidad económica del Reino Unido. Exportar un millón de barriles diarios puede ser un muy buen negocio para la economía de un país. Cabe preguntarse si la economía británica, con Thatcher o sin Thatcher, habría exhibido esos periodos de mayor crecimiento comparativo si no hubiera dispuesto de la ventaja de la enorme producción de petróleo.
En fin, que el recurso a los datos no parece el más adecuado para sostener la tesis de que las recetas del thatcherismo llevaron la prosperidad económica al Reino Unido. Y menos aún las versiones más fuertes de la tesis que proponen que dichas recetas llevarían la prosperidad económica a cualquier sociedad que las aplicara y en cualquier circunstancia. Por supuesto esto no es óbice para que quien así lo prefiera recurra a los argumentos.
Fuentes:
Se trata los datos del indicador GDP growth (annual %).
La elección de Alemania, Francia e Italia como referencia no responde a ninguna otra razón que la expuesta en el artículo: son, junto con el Reino Unido, las cuatro economías más grandes de Europa Occidental. Formar un grupo con más países me hubiera llevado más trabajo, podría haberme dado problemas de homogeneidad (no todos los países tienen datos desde 1971 en la fuente consultada) y podría introducir distorsiones (Holanda, Dinamarca y Noruega también se benefician enormemente de la explotación de yacimientos fósiles en el Mar del Norte).
http://www.bp.com/sectionbodycopy.do?categoryId=7500&contentId=7068481
Siempre me ha interesado la figura de la Thatcher, por ser mujer, por ser de clase sencilla, por no tener pelos en la lengua, por ser una advenediza en la política. Navegando por la red he encontrado su blog y me ha gustado la exposición sin apasionamientos sobre el legado de esa mujer. Soy más partidario suyo que detractor, aunque sin entusiasmo. La entrada de su blog me ha hecho pensar: ¿podemos saber cómo habrían sido esos años sin Margaret Thatcher?¿Cómo habría evolucionado GB con otros políticos más intervencionistas? La respuesta es que no se puede saber, y en la duda... a favor de la libertad. Esa es mi conclusión.
ResponderEliminarYa de paso, les he estado echando un vistazo a otras entradas de su blog que me han parecido interesantes. Como veo que la cuestión petrolífera es la que más le interesa y da la impresión de ser usted ecuánime y tolerante, me voy a permitir una pequeña discrepancia y a la vez sugerencia.
Estamos de acuerdo en que el precio y la carestía están directamente relacionados, pero quizás se equivoque usted al medir el precio del petróleo con una vara de medir inadecuada: el papel moneda. Estudie, por favor, el precio de la materia prima en relación al oro, la moneda que los políticos tienen más difícil manipular, aunque lo intentan. Si hiciéramos estadísticas de las temperaturas del siglo con un termómetro estropeado y enloquecido nuestras estadísticas y sus conclusiones no serían fiables.
Por ejemplo, no existió nunca una crisis del petróleo en los años 70; hubo una crisis del dólar. La desencadenó Nixon en agosto del 71 cuando rompió el compromiso de mantener la paridad del oro a 35 dólares la onza. Entonces los productores se dieron cuenta de que el flamante y prestigioso campeón de la II Guerra Mundial los había estado engañando inflando e inflando la masa monetaria de dólares, que no se devaluaban inmediatamente por la admiración que suscitaba en todo el mundo el país productor de la moneda. En pocos años el precio del petróleo sufrió una adecuación brusca a la moneda inflacionaria, que no habría sido tan brusca y periodística si se hubiera producido paulatinamente a lo largo de treinta años. De paso, el mundo occidental aprovechó para sembrar arabofobia por todas partes.
Algunos se atreven a decir que Sadam Husein seguiría en su sitio si no hubiera coqueteado con el euro nada más nacer...
¿Por qué no presentar un gráfico comparativo de la paridad oro-dolar con la paridad petróleo-dolar en los últimos 80 años? A ver qué sale.
Estimado José: muchas gracias por su interesante y elaborado comentario. Expresar que la lectura de mi artículo le ha hecho pensar es para mí el mejor de los elogios. También le agradezco su consideración al percibirme como ecuánime y tolerante. Intento en lo que puedo acercarme a la ecuanimidad y a la tolerancia. De ahí supongo que viene en parte mi preferencia por los análisis que se apoyan en datos más que en argumentos, como digo en el artículo. Este sesgo tiene el inconveniente de que limita el espacio de las cuestiones en cuyo análisis me siento cómodo. Si las políticas de Margaret Thatcher trajeron más o menos libertad a los británicos es una de las cuestiones que sitúo fuera de ese espacio.
EliminarEn cuanto a la discrepancia que a la vez es sugerencia, me llama la atención que aquella viene en forma de argumentos en tanto que esta refiere el análisis basado en datos que podría resolverla, un análisis cuya ejecución, por otra parte, traslada usted a mi responsabilidad. La prioridad de los argumentos en una cuestión que aparentemente podría presentarse resuelta con datos choca con mis preferencias expresadas más arriba, pero aceptaré el planteamiento y trataré de argumentar.
Las implicaciones de la adopción del dólar estadounidense como divisa de referencia mundial y la posterior decisión unilateral de Estados Unidos de desligarla de su equivalencia en oro son muy interesantes. Sin embargo, creo que no son muy relevantes en lo que a mí me interesa de la “cuestión petrolífera”. Trataré de explicarme. En la crisis de 1973, fueran cuales fueran las motivaciones de los productores, el hecho es que prácticamente de un día para otro con 1 dólar se podía comprar 4 veces menos petróleo mientras que se podía comprar la misma cantidad de cualquier otra cosa, oro incluido. Ese encarecimiento repentino provocó una auténtica debacle en la economía mundial lo cual es, desde mi punto de vista, un indicador claro de hasta qué punto nuestra civilización global depende de un suministro abundante de petróleo barato. Y en lo que respecta a las crisis del petróleo pasadas no voy más allá. Al fin y al cabo, la carestía del petróleo iniciada en 1973 fue provocada por la voluntad de los productores, no por una escasez real en la materia prima o en la capacidad de producirla.
Hoy por hoy, en cambio, el petróleo es escaso en términos reales (siempre relativos al tamaño de la economía que lo demanda) y esto es lo que de verdad me interesa, precisamente porque creo que sin un suministro adecuado de petróleo nuestras economías no funcionan bien. Una de las señales de la escasez real de petróleo es el hecho de que la producción apenas ha crecido desde 2005 a pesar de que su precio se disparó en los años 2004-08 y no ha vuelto a bajar significativamente (salvo un paréntesis en 2009, en pleno parón de la demanda). Y sí, hablo del precio en dólares: el precio del petróleo en dólares constantes se multiplicó por 4 entre 2003 y 2008 sin que nada parecido sucediera para la mayoría de los otros bienes y servicios. Para evaluar este encarecimiento diferencial (petróleo respecto al conjunto de “otras cosas”) da un poco igual la unidad de medida que utilicemos.
En los mercados internacionales el petróleo se negocia en dólares y esta divisa es, a su vez, de uso general para las operaciones comerciales internacionales e incluso la referencia en mercados nacionales de todo tipo en más de medio mundo. La medida “dólares constantes” (es decir, corregidos por la inflación), aunque imperfecta, me parece la mejor referencia disponible para evaluar la carestía relativa del petróleo respecto de otros productos y servicios y la evolución de dicha carestía a lo largo de los años. Para las cuestiones globales prefiero una red de termómetros mal calibrados repartidos por todo el planeta que un único termómetro situado en, pongamos por caso, Alaska, incluso si es el más preciso del mundo.
Permítame concluir expresando que la lectura de su comentario también me ha hecho pensar, lo que espero haya quedado reflejado en esta extensa respuesta.
Estimado Luis: si alguien, como Margaret Thatcher, afirma que no sabe qué es eso que otros llaman sociedad y que ella sólo conoce que existan hombres y mujeres, se ha ganado mi atención, y si actúa en consonancia, mi admiración. A partir de ahí las acciones de los hombres pueden ser tan controvertidas como los datos de las estadísticas.
ResponderEliminarRespecto a la cuestión que suscita José Fuertes en esta entrada tuya, veo su enfoque, sin ánimo de molestar, algo antiamericano. ¿Sólo estaba y está inflado el dólar? Si la crisis de los 70 fue del dólar, afirmación sorprendente que también a mí me ha puesto a pensar, ¿por qué subió el precio del crudo también en las demás monedas?
Sin embargo, no conozco los hechos y datos de aquellos años como para seguir opinando, pero sí me inquieta que la escalada del precio del crudo en la última década y su pequeña corrección sí coinciden con un comportamiento similar del precio del oro.
Hola Palamedes:
EliminarMe alegra mucho leerte por aquí de nuevo. José Fuertes es libre de responder aquí a tu comentario y yo daré la bienvenida al debate aunque haya derivado hacia una cuestión ajena a la del artículo en el que estamos comentando. Por mi parte, tengo que reconocer que la posible relación entre los precios del oro y del petróleo me preocupa bastante menos que la carestía energética real que estamos padeciendo desde hace algunos años y que me temo puede prolongarse por muchos más. Tengo para mí que la evolución del precio del petróleo en dólares constantes comparada con la producción es una buena referencia de la magnitud de esta carestía, pero no es necesaria para reconocer su existencia.
Los yacimientos de petróleo y gas natural que explotamos están declinando de forma casi generalizada y para remplazar su producción estamos recurriendo a otros que son cada vez de peor calidad. El resultado es que extraer cada nuevo barril de petróleo o cada nuevo metro cúbico de gas exige una cantidad creciente de recursos. Hablo de recursos materiales: aunque lo normal es que haya que pagarlos con dinero, la cantidad de recursos es mayor independientemente de las vicisitudes del sistema monetario. El petróleo de formaciones compactas o “tight oil”, que se extrae mediante “fracking”, tan de moda últimamente, es un ejemplo paradigmático en el que, además de los recursos que el promotor paga con dinero, hay sustanciosos costes ambientales que parece que los promotores están logrando externalizar. He hablado un poco de esto en:
http://lasendadelcrecimiento.blogspot.com.es/2012/12/estados-unidos-primer-productor-de.html
Mientras esto sucede, podemos seguir debatiendo si el oro es una referencia de valor más adecuada que el papel moneda o manifestando nuestras simpatías o antipatías por tal o cual líder político y adjuntando al debate los hechos y las estadísticas correspondientes para después comprobar cuán controvertidos pueden ser, especialmente si los resultados que muestran no convienen a nuestra línea argumental.
Estoy leyendo atentamente. Sólo una cuestión, ¿cómo combina esos datos de esas economías que dan lugar al gráfico? He trazado ese gráfico, procurando emular, y no obtengo idénticos resultados. Gracias.
ResponderEliminarMuy buen blog.
David.
Hola David. Muchas gracias por leerme y muchas más por intentar emular los resultados. Es la mejor manera de comprobar que las cosas están bien (me viene a la memoria, aunque el nivel es completamente diferente, el reciente error de Reinhart&Rogoff).
EliminarEl crecimiento combinado de Alemania, Francia e Italia que he calculado es la media de los crecimientos de los tres países ponderada por el PIB de cada uno de ellos ese mismo año. Tal vez habría sido más apropiado ponderar por el PIB del año anterior, pero el resultado es prácticamente idéntico.
Los datos están tomados de la base de datos del Banco Mundial que refiero en el artículo. Los indicadores que he utilizado son:
- Crecimiento: "GDP growth (annual %)"
- PIB: "GDP (current US$)"
El mismo resultado debería obtenerse formando la serie suma de PIB de los tres países en dólares constantes, "GDP (constant 2000 US$)", y calculando crecimientos interanuales en esa serie.
Finalmente, resto este crecimiento combinado del correspondiente a Reino Unido para establecer si la economía británica creció más o menos que la economía combinada de los otros tres países.
Espero que esto aclare tus dudas y que tus resultados coincidan con los míos. Si no me puedo ver en un trago como el de Reinhart&Rogoff (que, a pesar de todo, tampoco parecieron muy dispuestos a rectificar).